SEAMOS sinceros: el Cádiz no se ha merecido disputar las eliminatorias de ascenso. Con esta plantilla, este entrenador y esta directiva era utópico ascender a Primera. La plantilla está descompensada, y ha llegado arrastrándose al final de temporada. El entrenador es de costumbres conservadoras, sirvió para amarrar la permanencia, pero después se le ha ido el ascenso por un pésimo final. La directiva está dividida, con Vizcaíno y Pina a la espera de la última batalla. Eso también se sabía. Así que en la última jornada pasó lo de siempre. A unos se les queda cara de tontos y a otros de listos.

Véase el final de Liga de ciertos equipos. Por ejemplo, del Huesca y del Nástic, que están bajo sospecha. La gente perspicaz suponía que el Cádiz ganaría en Granada frente a un rival que no se jugaba nada. Allí están los gaditanos Chico Flores y Germán. Este último es el hermano de Servando, capitán del Cádiz. Una familia con cada uno en un bando. Además, en el Cádiz estaban Barral, Alvarito y Brian, de pasado granadino. Sin olvidarnos de Quique Pina, que fue presidente del Granada y el descubridor de Machís, ese futbolista que ayer parecía que se jugaba la vida: marcó dos goles, dio un tiro a la madera, provocó la expulsión de Correa y fue una pesadilla.

Este partido tuvo un primer tiempo lamentable, en el que funcionó la motivación inversa. El Granada, que no se jugaba nada, salió híper motivado, dominando de cabo a rabo. El Cádiz, que se jugaba sus últimas aspiraciones de ascenso (después del fiasco ante el Tenerife) salió atontado. El mundo al revés. ¿A qué jugaba el Cádiz en la primera parte?

Después aparece lo de la mala suerte. Al cuarto de hora se lesionó Jona. Antes de la media hora cayó Barral. En la segunda parte, Perea en camilla (tres cambios por lesión, dos con 0-0 y otro con 1-1). Y, para rematarlo, Rober Correa expulsado (también con 1-1).

A ver, yo no sé cómo explicarlo a los escépticos, pero en el fútbol existen gafes. Se puede demostrar con las estadísticas. Véase la segunda vuelta del Cádiz y la del Córdoba. Véase la trayectoria del fichaje goleador de invierno en las últimas temporadas. Será mala suerte o casualidad, pero será. Aunque él no es el culpable.

El Granada se había ido al descanso con el gol de Machís. El empate de Carrillo, al comienzo del segundo tiempo, tras rematar un envío de Brian, abría otro escenario de posibilidades, la última esperanza. Fue un espejismo, porque hubo más lesiones, inferioridad por expulsión, impotencia… Y enfrente un Granada que parecía como si fueran ellos los que se jugaban el ascenso. El segundo gol de Machís acabó con  las últimas opciones. Un punto en los tres últimos partidos (derrotas ante Barcelona B y Granada, y empate triste en casa ante el Tenerife). Así no se puede. Las culpas sólo son del Cádiz.

No obstante, también debemos asumir que era muy improbable conseguir el ascenso. ¿Cómo iban a ganar dos eliminatorias con un equipo ya exhausto y plagado de lesiones? Puede que haya ocurrido lo mejor, o lo menos malo. Eso que se han ahorrado ustedes. A partir de ahora, Vizcaíno y Pina ya se podrán pelear a gusto.

José Joaquín León