ESTE Trofeo Carranza pudo ser el peor de la historia, pero se ha salvado gracias al Betis. O, por mejor decir, gracias a la afición bética, que acudió a la final de su equipo contra los suplentes de Las Palmas en mayor proporción que otras veces. Así se evitó una imagen desoladora del estadio, en una final que fue un entrenamiento en cuanto el Betis apretó. Este Trofeo estuvo condicionado negativamente por Las Palmas, que lo ganó en 2017, cuando estaba en Primera, y vino en 2018, cuando está en Segunda, para fastidiarlo sin querer. Un Cádiz-Betis, a partido único, hubiera sido mejor, o menos malo.

Organizar un buen Trofeo Ramón de Carranza es posible. Se dicen falsedades y se ponen excusas para justificar la dejadez. Para empezar, hay que definir los dos aspectos esenciales: ¿cuál es el modelo? y ¿quién lo organiza?

El modelo puede ser con el Cádiz o sin el Cádiz. El Cádiz es una parte importante del problema; y ya no es la solución, porque la afición cadista no llena el estadio en el Trofeo. Se le llamaba el Trofeo de los trofeos cuando no participaba el equipo local, también hay que recordarlo. Y entonces no lo organizaba el Cádiz CF, sino el Ayuntamiento. Se lo cedieron a Manuel Irigoyen, que lo gestionó varios años con Fernando Torcal. Pero después de Irigoyen empezó la decadencia del Trofeo. Es decir, se estropeó cuando no lo organizaba el Ayuntamiento.

A eso se añade que ya no es posible encontrar a cuatro equipos de postín que disputen dos partidos en dos días. El modelo no vale, luego hay que aceptar otro. Si queremos un Trofeo sin el Cádiz, recuerdo que en la noche del pasado sábado, poco antes de la final, se disputaron partidos como Real Madrid-Milán, Atlético de Madrid-Inter y Valencia-Bayer de Leverkusen... Tres ligas importantes de Europa (las de España, Italia y Alemania) no han comenzado todavía. El Real Madrid y el Atlético no estaban en Asia ni en EEUU, sino en la capital de España. Con otros compromisos que les interesan más que el Carranza devaluado del siglo XXI. El Trofeo Bernabéu se disputó algunos años con la Liga empezada. Pero desde el caso Cheryshev se han perdido esas amistades y no se han recuperado.

Con el Cádiz en el cartel nunca será el Trofeo de los trofeos, excepto que dispute algún año la Liga de Campeones. Entonces el partido único debe ser muy atractivo para que de verdad respondan los aficionados locales. En 2019 lo podrían resolver con un Cádiz-Betis, que para eso los béticos lo han ganado este año. Pero también requiere que sea un partido realmente amistoso, sin insultos entre aficiones, y con la rivalidad bien entendida. Porque, en caso contrario, la afición del rival no viene, y eso se nota en la taquilla, pero sobre todo en el ambiente. Un Trofeo Ramón de Carranza en condiciones necesita el estadio lleno.

Del Trofeo no volveremos a acordarnos hasta el verano de 2019. Se debe decir, antes de olvidarlo, que el formato raro de este año ha tenido un claro perjudicado: el Cádiz. Algunos futbolistas de la plantilla ni siquiera pudieron debutar, ya que Álvaro Cervera los había reservado por si jugaban la final. Aprender de los errores debe servir para no repetirlos.

José Joaquín León