LA situación ya es insostenible. El Cádiz ha entrado en una espiral que conduce al desastre. Ha ganado un solo punto ante el Nástic y El Extremadura, dos de los peores equipos de la Liga 1/2/3. En ambos casos después de tener el partido con ventaja y desperdiciarla por esa fragilidad defensiva que sufre. Y que se une a un pobre rendimiento en ataque. Los fichajes de Cordero han debilitado al Cádiz. Pero el entrenador, Álvaro Cervera, ya ha demostrado que es incapaz de conseguir que el equipo reaccione. Su hoja de servicios está ahí. Pero si continúa al frente del equipo, lo normal es que lo deje donde se lo encontró: en el pozo.

El Cádiz pudo y debió ganar. Quizá lo hubiera conseguido si marca el 0-2, para lo que Manu Vallejo tuvo dos buenas oportunidades. Álvaro Cervera optó esta vez por un equipo más abrigado y prudente, con Garrido, José Mari y Álex en el trivote. Volvía a jugar Edu Ramos como central. Arriba, Lekic como referente, con Agra y Manu en las bandas. Tres futbolistas que están negados ante el gol.

El Cádiz se puso por delante, casi a la media hora, gracias a un cabezazo de Kecojevic. Lo mismo que en la temporada pasada. El recurso a balón parado. Después se pudo ampliar la ventaja, en las dos ocasiones que no aprovechó Manu Vallejo. Es un futbolista prometedor, pero aunque le miremos con ojos misericordiosos, ahora ha entrado en una trayectoria en la que se puede malograr. Cuidado.

Otras veces Cervera gestionó bien la plantilla, pero ya no. Es chocante ver el partidazo que jugó Aitor el pasado lunes con el Majadahonda ante el Sporting de Gijón. A ese futbolista se lo cargó Cervera y está demostrando que sin Alvarito no había otro recambio mejor en la plantilla. Fue un error muy grave esa cesión. Como lo es fichar a dos arietes paquetones. Y tener sólo un central solvente. El cerverismo se forjó gracias a Aridane y gracias a que Garrido estaba a tope, junto a José Mari. Para más fastidiar, entre todos los laterales de las últimas temporadas, los actuales son los peores.

Se han perdido las señas de identidad. No hay contundencia detrás ni esa picardía y rapidez que solventaba los partidos desde las bandas. En la segunda parte, en apenas tres minutos, pasaron del 0-1 al 2-1. La moral estaba por los suelos. El gol de Enric Gallego desarboló al Cádiz. Pronto llegó la vuelta a la tortilla con el gol de Zarfino. Así se escapó un partido que se debía y podía ganar.

Hace falta un revulsivo desde ya. Se está haciendo demasiado tarde. Hay que recuperar la ilusión y dar con la tecla, antes de reforzar al equipo en invierno cubriendo las carencias que existen desde el verano. Pero ya hay que sumar, sumar y sumar. Porque puede ocurrir que en diciembre el Cádiz esté descolgado y con el agua del descenso al cuello. La trayectoria de los últimos partidos es intolerable.

Fue bonito mientras duró. El ascenso de Alicante se quedará en la historia. También la eliminatoria de ascenso que se perdió con el Tenerife y lo que pasó la temporada pasada antes del hundimiento final. No se trata de decidir si es un buen o un mal entrenador, sino que ya se ha agotado su etapa. Por eso, váyase, señor Cervera... Será mejor para usted y para el Cádiz.

José Joaquín León