EN este partido, ocurrió algo sorprendente: el Cádiz recuperó la magia de sus grandes días. Y, precisamente, ante el Elche. Como si hubiéramos entrado en el túnel del tiempo, regresó aquel equipo capaz de lo peor, sí, pero también de lo mejor, de lo que rompía los esquemas. Aquellas botellas de cava que se quedaron sin descorchar una tarde ya lejana, cuando el Cádiz ascendió en Elche… O los cinco taponazos de la segunda parte de ayer. Fue un partido para el recuerdo, en el que Lekic y Salvi ejercieron de revulsivos. El Cádiz marcó cinco goles en 25 minutos mágicos, cuando habían conseguido sólo ocho en 11 partidos.

Empezó el Cádiz con los titulares de la Liga, los que ganaron en Lugo, pero con José Mari, que venía  de disputar el partido completo de Copa. En los 10 primeros minutos, el Elche creó tres jugadas clarísimas de gol y lo consiguió en la tercera. En esos minutos fatídicos, el guineano Sory Kaba (una de las revelaciones de esta Liga 1/2/3) fue un tormento para Marcos Mauro, incapaz de controlarlo. El portero Alberto Cifuentes estuvo muy bien toda la mañana, y evitó dos veces que marcaran antes, pero no pudo cuando Sory remató de cabeza, en una jugada rara, en la que Garrido se despistó y quizás hubo una falta previa.

El Cádiz lo intentaba, pero era incapaz de enlazar ninguna jugada de gol. El Elche cometió el error de conformarse con el 0-1 y agazaparse, cuando peor estaban los amarillos. Manu Vallejo peleaba y Jairo brujuleaba, ambos sin éxito. Aketxe y Álex estaban desubicados, sin entrar por las bandas ni crear peligro. Era una mañana plácida para el Elche.

Los dos cambios que hizo Álvaro Cervera en el descanso le salieron perfectos. Se quedaron fuera Aketxe y Álex, y entraron Lekic y Salvi, que cambiaron el partido. Lekic pareció otro Lekic, un desconocido, la mejor versión del delantero. Salvi por fin se congració con él mismo, con ese extremo veloz y rematador que ha sido en sus mejores partidos.

Ya se ha dicho: en 25 minutos (del 50 al 75) marcó el Cádiz cinco goles como cinco soles. Y, además, con cinco jugadores diferentes: Rober Correa, Lekic, José Mari (de penalti), Salvi y Manu Vallejo. La verticalidad fue la clave.

Lekic rompió la barrera de este partido, con un jugadón impresionante, que culminó el lateral Correa en posición de ariete. Lekic puso después al Cádiz por delante con un cabezazo de lujo, a un centro perfecto, de los que no siempre pone Salvi.

El partido quedó definitivamente solventado gracias a un penalti a Mauro que fue, pero pareció menos claro que otro anterior a Lekic. El árbitro de ayer, Sagués, estuvo de un anticasero subido, sobre todo en el primer tiempo, por lo que sorprendió que lo señalara. Ya se dijo que eran unos minutos mágicos. Después Salvi tuvo el premio de un gol y Manu Vallejo también lo encontró.

Ayer no vimos a un Cádiz, sino dos: primero,  el que penaba en esta temporada perdiendo partidos; y después, otro, el que recuperó la verticalidad para remontar y golear. Parecía increíble, pero la goleada era cierta. Sólo quedó una duda: ¿cuál es el verdadero Cádiz de esta temporada?

José Joaquín León