FUE una lástima que Karim Azamoum rematara en fuera de juego (por poco) en el gol anulado en el minuto 94. Ahí estuvo la clasificación del Cádiz. En el total de la eliminatoria, el Cádiz ha peleado de tú a tú con el Espanyol, que se ha clasificado por el valor doble de los goles fuera. Es decir, porque el Cádiz de ayer, luchando a tope, fue incapaz de aprovechar alguna de las ocasiones que crearon. La fe en seguir adelante, con los suplentes habituales, duró hasta la segunda parte. Resistieron hasta el minuto 75. Y quedó la sensación agridulce de que el Cádiz estuvo muy cerca de seguir.

Según su criterio habitual, Álvaro Cervera apostó por los suplentes para la Copa. Pero había una diferencia con otros partidos. No estaba Manu Vallejo, que fue decisivo para eliminar al Tenerife y al Zaragoza. Ni tampoco Lekic, que resultó determinante ante el Espanyol en la ida. Con alguno de los dos, el Cádiz hubiera dispuesto de más poderío que con Carrillo, que sigue nulo ante el gol.

Hay suplentes y suplentes. A unos se les nota más que a otros. Una de las jugadas determinantes de la eliminatoria llegó en el minuto 10, cuando Carrillo se encontró un balón solo ante la portería y remató fuera. Era un gol cantado que el ariete desperdició. Era la oportunidad de haber obligado al Espanyol a ganar por 3-1 para clasificarse.

En la primera parte, el Cádiz controló bastante bien, excepto en los últimos minutos. A pesar de que el doble pivote de Edu Ramos y Karim no tenía la solvencia en el corte de Garrido y José Mari. El Cádiz envíaba patadas a seguir sin Salvi ni Jairo en las bandas, sino con Agra (que terminó reventado) y Perea (que no está a su mejor nivel). Con esos jugadores se podía tener más tiempo el balón, sin regalarlo de inmediato.

Aunque dominaba el Espanyol, Perea tuvo otra ocasión, de cabeza, que tampoco aprovechó. Igual pasó con un cabezazo claro de Carrillo, al principio del segundo tiempo, que sacó el portero

Pero en la segunda parte se mascaba la eliminación. El Cádiz se limitaba a defender, rifando el balón de continuo, nervioso atrás, y sin peligro en ataque. El portero David Gil salvó varios goles, antes y después del que subió al marcador, en un chut de Hernán Pérez, que se encontraba solo, y que pilló al portero cadista a contrapié. Una pena porque salvó otras más difíciles de parar. Entonces el Espanyol ya estaba con su goleador titular, Borja Iglesias, y con todo el equipo a la desesperada.

El Cádiz tampoco tuvo suerte. Había puesto Cervera a Mario Barco para jugar como segundo delantero. Pero se lesionó a los cinco minutos de entrar. A fuerza de coraje lo intentaron en los últimos minutos, con subidas de David Carmona y los centros y lanzamientos de córners de Aketxe. Así llegó el gol de Karim, en la última jugada. Hubiera sido una alegría enorme, pero estaba en fuera de juego por poco cuando remató. No había VAR, pero lo anularon.

Ahora se puede decir lo habitual, que cayeron muy dignamente y lucharon hasta el final. Pero también se puede pensar que con algún titular más, especialmente en la delantera, a lo mejor se contaba otra historia. Faltó poco.

José Joaquín León