COMIENZO de año con una derrota triste ante Osasuna. Los navarros remontaron el partido a un Cádiz que se puso con ventaja. Los despistes de la defensa costaron muy caros. También es cierto que parece que Osasuna le ha tomado la medida al Cádiz de Cervera. Con el 0-1 a favor se había puesto un partido muy favorable, pero el equipo local fue perseverante y mereció la victoria. En el momento más duro del calendario, el Cádiz ha perdido sus dos últimas salidas, ante Málaga y Osasuna, frenando así su espectacular racha.

En Pamplona apostó Álvaro Cervera por un equipo en el que no hubo sorpresas. En la primera parte se vio un partido vibrante, que ambos equipos iniciaron a un alto nivel físico. En el Cádiz el peso de los ataques lo llevaba Jairo, que se está convirtiendo en el nuevo Alvarito, aunque es menos resolutivo. No obstante, tras una galopada suya, a los 19 minutos, le sirvió un gran pase a Alex Fernández, que resolvió magistralmente con un quiebro y un zurdazo imparable.

El partido se puso perfecto para el Cádiz, aunque Osasuna ya estaba avisando. Es uno de los equipos más en forma de la categoría, tiene verticalidad, y arriba cuenta con Juan Villar en estado de gracia, en una de sus mejores temporadas. Además, al Cádiz se le notó menos contundente atrás que otras veces. No sólo acusaron la ausencia del central Sergio Sánchez, sino que Osasuna profundizaba por las bandas, donde Rober Correa y Brian sufrían demasiado.

Después de una tarjeta inmerecida a Garrido, llegó el gol del empate. Las dudas de Brian para despejar el balón, permitieron que siguiera la jugada, con una dejada letal de Villar a Rubén García para que resolviera. Aunque el Cádiz lo intentaba, ni Lekic ni Manu Vallejo estaban tan acertados como en otros partidos. Para colmo, en una jugada por la banda derecha del Cádiz, en la que parecía que el balón salía fuera, llegó el segundo tanto de Osasuna, con un pase de la muerte de Kike Barja que remató Roberto Torres adentro.

Al Cádiz le habían remontado en un cuarto de hora, en dos jugadas en las que pecó de falta de contundencia y de despiste atràs. En el resto del partido, a los amarillos se les vio en un permanente quiero y no puedo. Les habían roto el guión, esa certidumbre de que cuando se ponen por delante tienen el partido casi ganado.

Tras el descanso, Álvaro Cervera ensayó con Aketxe de lateral izquierdo. Una decisión extraña que pudo costar el tercero de Osasuna en las contras. Los rojillos fallaron cuatro ocasiones muy claras en la segunda parte, ante una defensa cadista muy adelantada y casi suicida. El agotamiento perjudicaba.

El Cádiz no creó oportunidades realmente claras, ni siquiera cuando entraron Salvi y Romera como revulsivos. Parecía que la buena imagen de los primeros minutos había tropezado con la realidad de esos errores defensivos que costaron tan caros. No hubo capacidad siquiera para equilibrar el partido.

Sin jugar un mal partido, al Cádiz le quedó la decepción de perder frente a un rival que lo superó, precisamente por no saber administrar la ventaja. El sistema de de Cervera no admite despistes. Cuando los hay, se pagan con el carísimo precio de la derrota.

José Joaquín León