LA fragilidad defensiva penalizó al Cádiz en este partido, que estuvo a punto de perder. Menos mal que reconquistó un punto al final, gracias a que por fin pusieron en el campo las ganas que se deben exigir. Cuando juega a la desesperada, Álvaro Cervera recurre a futbolistas como Aketxe que es imprescindible en el campo. Si hay motivos extradeportivos  por medio (o caprichos) se debe valorar hasta qué punto se castiga al futbolista o al equipo. El entrenador debe reflexionar sobre algunas de sus decisiones. Por otra parte, se ha visto que sin Garrido ni José Mari sólo juegan partidos de sálvese el que pueda.

Hubo fases alocadas, empezando por el principio. Estaba el Cádiz con cambios por diversos motivos. Habían vuelto los laterales Carmona y Matos; en el centro Sergio Sánchez mostraba dudas; y en el doble pivote Edu Ramos y Álex eran constantemente superados.

Víctor Fernández le dio un buen repaso a Álvaro Cervera en el primer tiempo. Aunque el Cádiz tuvo un arranque con ocasiones de Jairo y Manu Vallejo, el Zaragoza jugaba a placer, a las espaldas de los centrales amarillos. Carmona salvó bajo palos el primer gol. Pero después Biel (un jugador que estuvo a punto de ser cedido en invierno) le hizo dos dianas al Cádiz. En dos jugadas en las que entró como Pedro por su casa y regateó al portero, sin nadie que le estorbara, tras intentar mal el fuera de juego.

Con el 0-2 y la fragilidad pasmosa del Cádiz, el Zaragoza se hizo amo del partido. El centro del campo estaba roto. En la punta parecía que Lekic y Manu se estorbaban entre ellos. Jairo apenas entraba por la derecha y Machís fallaba los centros por la izquierda. En el último minuto del primer tiempo, el venezolano aprovechó para jugársela en solitario y lanzar un misil que ponía el 1-2.

Otro partido y otras opciones. Rennella entraba por el desaparecido Lekic. Pero en los tres minutos iniciales del segundo tiempo el Cádiz ni siquiera tocó el balón. Tras un córner, Nieto cabeceó plácidamente un segundo centro, rompiendo otro fuera de juego. Un regalo increíble que cortó el rollo.

Después de que Díaz Mera hubiera anulado a Rennella un gol aparentemente válido, que hubieran concedido si lo consultan en el VAR, llegó el momento clave. La falta al borde del área que coincidió con la salida de los laterales y la entrada de Aketxe y Salvi. El vasco ejecutó la falta a lo Messi y abrió otro partido.

En la última media hora el Zaragoza se asustó. Se encerró con nueve futbolistas  y recurrió a la leña. No hubo ocasiones especialmente claras, a pesar del dominio amarillo, hasta que Manu Vallejo se fabricó el penalti en el último minuto. El árbitro, que se habría enterado por el  pinganillo de que perjudicó al Cádiz en el gol anulado, no hizo la jugarreta por segunda vez. Así fue como Álex, que ejecutó muy bien el penalti, rescató un punto. En los tres minutos que restaban hasta se pudo ganar, en un balón que casi se le escurre por debajo de las piernas al portero Cristian Álvarez.

El punto es de los que se agradecen por las circunstancias. Pero el análisis global del partido debe mover a la reflexión. Así no se conseguirá el nuevo objetivo.

José Joaquín León