SE está viendo muy claro: con estos planteamientos el Cádiz volverá a Segunda B. No se puede regalar un partido como el de ayer, frente a otro recién ascendido. La plantilla del UCAM de Murcia no es mejor que la del Cádiz, pero en la segunda parte los murcianos fueron superiores, favorecidos por un Cádiz fundido, que sólo jugó a pelotazos. Para colmo, cuando ya habían pasado los tres minutos de alargue que dio el colegiado, en la última jugada, la defensa y el portero regalaron el empate. Con 2-0 antes del cuarto de hora no supieron ganar.

Esta vez Álvaro Cervera tenía la baja de Ortuño por sanción. Colocó a Santamaría de ariete, con Rubén Cruz en la mediapunta. Volvió a confiar en Carlos Calvo, que estuvo bien a balón parado, pero no tiene capacidad para aguantar el partido completo. Eso le costó la expulsión.

Fue Calvo quien lanzó el saque de esquina que remató Aridane de cabeza para abrir el marcador. Antes del cuarto de hora, cuando Santamaría aprovechó un taconazo de Rubén Cruz para marcar el 2-0, se podía pensar que el partido estaba casi ganado.

A partir de la media hora se veía venir que resultaría muy difícil ganarlo. En los primeros minutos el Cádiz tocó el balón al menos para dar dos o tres pases seguidos. Se supone que José Mari y Abdullah forman un doble pivote de ciertas garantías. El francés se luce con algún requiebro preciosista, pero se le debe exigir que aporte control del juego. Es más pinturero que práctico.

En ataque, desde antes de la media hora, el Cádiz apenas existió. La lesión de Brian obligó a malgastar un cambio. La mala tarde de Jona beneficiaba. Y también que el UCAM tiene más ganas que calidad, aunque físicamente le dio un baño al Cádiz en esta tarde lluviosa y desapacible.

La segunda parte fue completamente de quiero y no puedo para el Cádiz. En una dejada de Rubén a Santamaría, no acertó el delantero vasco. Tampoco entró un remate de Álvaro. Todo lo demás fue de pelotazo en pelotazo. A defender como locos. El centro del campo estaba perdido, y peor se quedó con el cambio de Abdullah (al parecer, lesionado) por Abel. Tampoco funcionó el último cambio, con la entrada de Nico por Santamaría.

Así las cosas, solo cabía confiar en la mala puntería del UCAM y en la suerte. Un cabezazo al palo de Juanma Delgado puso en aviso. Los últimos minutos fueron agobiantes. Cuando marcó Imaz el primer gol murciano se temía lo peor. Fue raro que no empataran antes, pues el Cádiz defendía a morir, abierto a los disparos. No se sabe cómo se había llegado con la victoria mínima hasta los tres minutos de descuento que dio el árbitro Eiriz. Pero siguió, y en la última jugada el Cádiz defendió muy mal y al portero Alberto se le resbaló dos veces el balón, hasta que Juanma Delgado aprovechó tan increíble regalo cuando ya no se esperaba.

Desenlace patético, muy doloroso, aunque no se puede decir que injusto. Era un partido para haberlo ganado incluso con cierta comodidad. Las conclusiones están a la vista de todos los que no quieran volverse ciegos.

José Joaquín León