LAS malas relaciones entre Manuel Vizcaíno y Quique Pina forman parte de las circunstancias del Cádiz CF. Es un perjuicio para el club que se monte un cruce de denuncias y peleas, una vez más, precisamente cuando están inmersos en la campaña de fichajes y abonados. Vizcaíno y Pina se integraron en la sociedad Locos por el Balón, gracias a la cual se salvó el Cádiz. Algunos aficionados olvidan ese detalle, y dicen que vinieron para forrarse y cosas así. Sin embargo, insisto en que no conozco a ningún multimillonario gaditano al que en estos momentos le interese invertir su fortuna en este negocio tan suculento. Significa que esto es lo que hay.  No olvidemos otro detalle: la situación de Vizcaíno y la de Pina son diferentes.

En el momento actual, el administrador de Locos por el Balón es Manuel Vizcaíno, que es también el presidente del Cádiz CF. En los últimos tiempos, entre Vizcaíno y Pina ha surgido una sucesión de denuncias.  En ese saco también entró el despido improcedente de Juan Carlos Cordero. Un despido que se llevó mal, como una pérdida de confianza, tras las denuncias por otros asuntos relacionados con la propiedad de las acciones y las supuestas comisiones.

El caso Invercaria, que afectó a Vizcaíno, no tiene nada que ver con la Operación Líbero, por la que fue detenido Pina. El caso de Invercaria es político y afecta a más de 50 personas investigadas por supuestas irregularidades cometidas por la Junta de Andalucía, en tiempos del PSOE, al adjudicar fondos públicos sin control para proyectos empresariales (entre los que aparece citado uno de Vizcaíno), que resultaron fallidos. Es una macrocausa que ha vuelto a la instrucción por defectos, después de siete años. Se considera improbable que los empresarios investigados (entre ellos el actual presidente del Cádiz) sean condenados a corto plazo.

Más difícil lo tiene Enrique Pina en la Operación Líbero. La Audiencia Nacional abrió una pieza separada para que el juez De la Mata investigue a Pina. Está acusado de delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de capitales. Como todavía no ha sido condenado ni absuelto, hay que ser prudentes con él. Pero no se puede olvidar que su difícil situación procesal le condiciona como gestor deportivo.

En los rifirrafes se ha citado la situación del Granada, al que Pina ascendió a Primera, pero después se lo vendió a un empresario chino, Jiang Lizhang, que cambió la gestión deportiva y es quien lo ha devuelto a Primera.

A Vizcaíno también se le ha criticado por su amistad con José María del Nido, ex presidente del Sevilla, con el que trabajó en ese club. Del Nido no fue a prisión por su gestión en el Sevilla, con el que ganó la Europa League y la Copa del Rey, sino por sus actividades como abogado en la Marbella de Jesús Gil. Por cierto que la familia Gil todavía tiene algo que ver en la gestión del Atlético de Madrid.

Con todo esto quiero recordar que los gestores deportivos del fútbol español no están actualmente en proceso de beatificación. Por el contrario, algunos tienen más pringue que un papelón de churros. Tengamos paciencia con los denunciados, y tengamos una pretemporada dedicada al fútbol.

José Joaquín León