EL Cádiz es como esos ciclistas que se escapan al principio de una etapa montañosa, y que sueñan con la gloria cuando todavía están muy lejos de la meta. Es la hora de soñar y de esperar que el equipo no se desfonde. También de corregir las carencias que se le notan. Sin embargo, los éxitos no están llegando por casualidad, sino por la solidez de un bloque en el que ninguno se siente figura y en el que todos luchan con el máximo sacrificio. Los envidiosos ya no saben qué decir. Ahora hablan de la efectividad, como si fuera algo negativo, cuando es una de las habilidades del fútbol. Puede que sea pintoresco ganar un partido con una posesión del 28%. Pero el Cádiz tuvo tres ocasiones de gol, y marcó dos. Las Palmas no creó ninguna jugada clara de peligro en todo el partido. El resultado es justo.

Volvió Álvaro Cervera al esquema clásico, alineando a Álex Fernández en la media punta. Como no estaba Garrido, por lesión, su puesto lo ocupó el recuperado Edu Ramos. No es lo mismo, pero trabajó a destajo. Con los de siempre, y jugando como siempre, el partido transcurría con monotonía.

Las Palmas llegaba en una gran racha. El equipo de Pepe Mel, en este partido, tuvo una posesión de balón del 78%. Recordó a las peores versiones del Barcelona. Tocaba y retocaba, en zonas lejanas a la portería, y cuando se acercaban se estrellaban en la muralla amarilla. Quizás echaron en falta a Pedri, que a sus 16 años ya es una figura, lo más parecido que se ha visto a Iniesta últimamente, sin llegar a tanto. Fichado ya por el Barcelona. Vital para el último pase de los canarios. Sin él, se les trabucaba el balón en el penúltimo pase.

Marcó el Cádiz a balón parado. Remate de cabeza de Fali entrando a por todas. Este jugador es uno de los símbolos. Siempre de frente. Forma una pareja extraordinaria de centrales junto a Juan Cala, que está viviendo su segunda juventud. Ayer, sin Garrido en la muralla, la cerraron ellos delante de Alberto Cifuentes.

Tras el descanso, Las Palmas dio un paso al frente. Parecía que llegaban más, pero era un espejismo. Pases que siempre morían en el área amarilla. Aunque todo no es perfecto en este Cádiz, que regala el balón con una facilidad chocante. Antes del 2-0, estropearon varios contragolpes. Por un mal centro de Salvi, por no darle un balón en condiciones al Choco Lozano…

También había síntomas de cansancio. La entrada de Nano Mesa e Iván Alejo fue providencial. Ellos son los agitadores de los últimos minutos. Corren como dos liebres en busca de una zanahoria, y oxigenan a los que ya no pueden más. Así llegó la jugada del penalti, en la que Iván Alejo fue derribado, y Pepe Mel fue expulsado por protestarlo antes de que el VAR diera su veredicto. Ais Reig, en este partido, no fue aquel de Miranda de Ebro, sino que pitó todo lo que vio.

Álex telegrafió el penalti hacia la derecha, pero con potencia bastante para que el portero Josep Martínez no llegara. Con el segundo quedó el partido finiquitado. Incluso pudo llegar un tercero, en una jugada rara que acabó con un balón de Salvi al poste.

Ladran, luego cabalgamos. El Cádiz es más líder. Si corrige sus errores, y mantiene sus virtudes, está en el camino del ascenso.

José Joaquín León