HACE un año que el Cádiz se clasificó cuarto (y casi de chiripa) en el grupo IV de Segunda B. Consiguió ascender, con Álvaro Cervera, disputando los tres partidos fuera de casa, en condiciones adversas. Tenía al mismo portero Alberto, al mismo central Aridane, a los dos mismos extremos Salvi y Alvarito, al mismo delantero centro Güiza que ha jugado poco este año… Y al centrocampista Garrido cedido en el Racing de Ferrol, porque Claudio no lo quería, y ha sido titular en categoría superior. Esta temporada, el Cádiz era un equipo de los que ha tenido menos posesión de balón y de los que practicó un fútbol menos bonito. Pero también de los más competitivos. Terminó en quinto lugar, por culpa de un final en el que se iba desinflando. A pesar de eso, estuvo cerca de ascender a Primera.

Todo lo anterior nos lleva a dos conclusiones evidentes: la gestión del club no tiene nada que ver con el pasado y el entrenador dio con la tecla competitiva. Aunque no sean grandes amigos (todos los directivos del Cádiz, antes o después, tienen una rara tendencia a enemistarse), Manuel Vizcaíno y Quique Pina forman un tándem muy útil para este club. Aterroriza pensar lo que puede suceder, si volviera a caer en manos de Sinergy, que casi lo bajó a Tercera. Bueno, eso es el pasado, recuerdo.

En el presente está una temporada en la que se cumplió el objetivo de los 50 puntos para la permanencia, con cuatro meses de adelanto. Para eso fue determinante el entrenador Álvaro Cervera. Para él también fue mejor la primera vuelta. Le ha pasado lo mismo que al equipo: flojeó al final. Hasta enero sacó petróleo de su plantilla. Gracias a una gran defensa, la rapidez de Álvaro y de Salvi y los goles de Ortuño, con el trabajo abnegado (pero negado ante la portería) de Rubén Cruz.

Por el contrario, Álvaro Cervera no supo gestionar igual de bien el equipo con los refuerzos de invierno. La titularidad de Aketxe (que llegó con un guante de seda para las faltas y para el balón parado) le rompió su esquema. No supo aprovechar a Imaz, que había marcado más goles que Jona en el UCAM Murcia. Para colmo, en los últimos partidos, se estropeó Ortuño. Con nuestro ariete en forma, probablemente no se hubiera escapado el ascenso. ¿Por qué no llegó a tope y se lo cargó? Esa es la cuestión. En todo caso, es absurdo dejar al máximo goleador en el banquillo cuando te juegas el ascenso. Una torpeza.

La eliminatoria contra el Tenerife fue un colofón triste. Lamentable eliminación, a pesar de que el Cádiz fue mejor. En el gol que marcó Gaku fallaron los cuatro defensas y el portero. Ese grave error y la falta de puntería bastaron para no culminar a lo grande una excelente temporada. Ya no hay que darle más vueltas a eso.

El nivel de exigencia no debería aumentar, porque lo sucedido este año no es normal. En la Liga 1/2/3 (o como se llame) hay clubes con igual o mejor historia que el Cádiz, que tienen el ascenso como una urgencia. Esta temporada ha servido para aprender. Hubo 20 puntos de diferencia entre el líder y el Cádiz; pero había 16 puntos de distancia entre el Cádiz y el primer equipo que descendió. Tampoco lo olvidemos.

José Joaquín León