FUE una decepción mayúscula, por el punto perdido y por la forma de tirar una ventaja de dos goles. El Cádiz no está en el mejor momento de la temporada. Ante una Cultural Leonesa que tiene luces en el ataque y grande sombras detrás, no fueron capaces de mantener el 2-0 con el que habían llegado al descanso. La victoria se esfumó en una segunda parte en la que el Cádiz fue inferior a su rival en todo: físicamente, técnicamente, tácticamente y hasta psicológicamente. Un equipo que se vino abajo.

En la alineación había novedades. Jugaba la pareja de centrales que ha actuado menos, Kecojevic y Villanueva. El entrenador volvía a darle una oportunidad a Alex Fernández, y apostaba por Perea para la mediapunta y por Carrillo para jugar de ariete. Es decir, que había cambios sustanciales.

En los primeros minutos se vio a un Cádiz más técnico que otras veces. Ante una Cultural a la que su entrenador, Rubén de la Barrera, hace jugar con alta posesión, y que es peligrosa cuando llega (en este partido no llegó mucho, pero marcó dos goles), y con evidentes descompensaciones en defensa, donde es bastante vulnerable.

Eso se vio en los dos goles que marcó el Cádiz en el primer tiempo. El primero en un despeje de cabeza de Garrido (que no jugó en Sevilla, estaba descansado y fue el mejor del Cádiz) que se convirtió en una asistencia de lujo. Carrillo se escapó bien y no perdonó el remate ante Jesús Fernández. El segundo fue un regalo, tras un centro al área, que Iván González remató fenomenalmente por la escuadra, en un autogol que le vino de maravilla al Cádiz.

En esa primera parte, parecieron acertadas las incorporaciones de Perea y Carrillo para el ataque, como acompañantes de Salvi y Alvarito, que estaban vigilados, pero eran peligrosos a ráfagas. El partido tuvo el primer revés con la lesión de Salvi antes del descanso. Entró Nico en frío, y parece que siguió enfriado toda la tarde, y no por dejar de correr, sino porque estropeó una jugada tras otra.

En la segunda parte, el Cádiz ya le entregó el balón a la Leonesa como si fuera de ellos. Se limitaron a encerrarse, sin crear ningún peligro, porque fallaban todos los intentos. Hubo indicios alarmantes, como el notable bajón físico del equipo, apenas mantenido por el descomunal esfuerzo de Garrido. Los cambios no mejoraron nada, al revés. Abdullah fue un náufrago perdido en la mediapunta. Mientras que Barral, ni tuvo apoyos, ni culminó bien las contras.

En los últimos minutos, la Cultural aprovechó un gran coladero en la banda izquierda de su ataque, donde Carpio y Nico Hidalgo eran incapaces de frenarlos. Acortó distancias Señé y se temió lo peor. Y precisamente llegó lo peor por la misma banda del coladero, con un centro de Señé, que Aridai recibió en el área a placer, con tiempo de pararla, prepararla, buscar hueco y colocarla.

El Cádiz estaba en plan fantasmagórico. Se puede decir que hasta salvó un punto en los últimos minutos. Aunque también es evidente que, antes de eso, había regalado dos, por no entender que la renuncia al ataque en la segunda parte les podría costar muy cara. El objetivo sigue siendo la permanencia. Puntito a puntito.

José Joaquín León