PARTIDO a partido, se sigue viendo lo mismo. Aunque ayer el Cádiz mejoró, hasta que se desfondó en el último cuarto de hora. La nulidad en el ataque pasa factura. No es mala suerte. No es un partido de torpeza puntual. Es una incapacidad en el remate que denota un error grave en los fichajes: no ha venido un rematador de garantías. Barral y Alvarito desperdiciaron dos jugadas que podrían haber sido dos goles como dos soles. No hay que dar más vueltas, porque ahí estuvo la clave. Con esa torpeza es muy difícil ganar partidos en esta categoría.

Aparte de la falta de goles, la mala clasificación del Cádiz tiene otros dos causas evidentes: errores del entrenador, Álvaro Cervera, en la alineación de algunos partidos, así como una preparación física que está cuestionada.

Con un equipo más reconocible y coherente, el Cádiz empezó bien, entrando por las bandas con Salvi y Alvarito, y buscando el remate con Barral. No llegó el gol porque los centros de los extremos son aleatorios, imprevisibles, de cualquier manera, y por lo común no se pueden rematar más de un 20% de los que envían. En cuanto a los saques de esquina, no se puede rematar ninguno.

En este partido se comprobó que Alex Fernández y Lucas Bijker se merecen algo más. Alinear a Rubén Cruz en la mediapunta y dejar a Alex sin jugar es una medida que Cervera ha adoptado más de una vez. Él sabrá los motivos, pero en fin… Lucas jugó bastante mejor de lo que estamos viendo esta temporada a Brian, en defensa y en ataque. Parece que unos caen de pie y otros de culo.

El Rayo Vallecano, superado en los primero minutos, recuperó el control de balón. El Cádiz había jugado con más aseo, teniendo en cuenta los que había en el campo. Barral fabricó la ocasión más clara: se plantó solo ante el portero, y se puso a pensar no sabemos en qué, olvidándose de rematar, hasta que un defensa le arrebató el balón. Jugada impropia de un futbolista de su veteranía.

Anotemos otra lesión, para no perder la costumbre de cada partido, esta vez de Abdullah. Entró Alberto Perea, otro futbolista digamos que a contra estilo de lo que gusta en el banquillo. Viene de la cantera del Barcelona, como Dani Romera. Pero aquí no se juega así, excepto en raras ocasiones.

En el primer cuarto de hora del segundo tiempo, se vio al mejor Cádiz. Dominó al Rayo, se pasaban el balón con profundidad. En una de esas, llegó la jugada fatal del partido. Alvarito recibió un pase exquisito de Perea, se quedó solo, regateó al portero, y a puerta vacía remató fuera. ¡Para frotarse los ojos y tirarse de los pelos! Si no marcaban esa parecía imposible conseguir un gol. Tampoco Carrillo remató nada potable cuando entró. El canterano Manu Vallejo disputó unos minutitos simbólicos. Es un futbolista que ha marcado muchos goles en el filial; a lo mejor conviene probarlo algunos ratitos más, por si acaso.

El empate, al final, se dio por bueno. O por menos malo. Algunos futbolistas llegaron al último cuarto de hora con la lengua fuera. El Rayo no había jugado la Copa. El Cádiz tampoco la juega todas las semanas y suele acabar así. Sigue la lucha, siguen sin ganar.

José Joaquín León