LA transformación del Cádiz en el último mes y medio ha sido espectacular. Es otro Cádiz, que eliminó al Betis en su feudo de Heliópolis, y ha pasado por estadios históricos, como El Molinón de Gijón o La Romareda de Zaragoza, con argumentos para ascender. Ahora sí. El entrenador Álvaro Cervera está sacando el máximo fruto de sus jugadores. Y el equipo funciona con un hambre de victorias que es su seña de identidad, pero también practicando mejor fútbol. Si el Zaragoza terminó con nueve jugadores, eso no relativiza nada, porque la actuación del equipo maño fue de vergüenza, y se debieron quedar en inferioridad antes del minuto 1.

El Cádiz había salido con Barral en punta, y con el equipo de referencia, en el que Kecojevic se ha afianzado como un central de gran categoría, Lucas Bijker como un lateral muy sólido, y Servando como un ejemplo de pundonor y eficacia en el lateral derecho. Junto a la seguridad de Marcos Mauro compusieron una defensa que se mostró inexpugnable. Bien apoyada por la presión de todos.

El Zaragoza empezó brusco, por decirlo suave. Empezó con un tal Papu, que antes del primer minuto debió ver la tarjeta roja por una entrada fortuita (aunque no por ello menos criminal) a José Mari. Entrada a un jugador clave antes del primer minuto. Entrada de las que retiran para el resto de la temporada, en condiciones normales. Entrada que obligó a José Mari a irse a la caseta antes del descanso. Y todavía insatisfecho, Papu le hizo otra entrada muy dura a Garrido antes del minuto 5.

El Zaragoza salió a por todas. A por todas las piernas que veían. El árbitro Cordero, que soportó a medias las presiones de la grada, expulsó a Verdasca en el minuto 27 por menospreciarlo. Y al portero Cristian por tocar el balón con la mano fuera del área, en el minuto 67, cuando Carrillo le iba a marcar el segundo. Por dar patadas no echó a ninguno.

En el primer tiempo, el Cádiz lo intentaba, pero no acertaron. Tampoco pasaba apuros. Fue en el segundo tiempo cuando Abdullah ofreció su mejor versión, lideró al Cádiz, controló el ritmo del juego, y envió un pase magistral a Alvarito que valía por tres cuartos de gol. Fue el 0-1, que ya merecían.

Cuando el Zaragoza se quedó con nueve futbolistas apelaron a la épica. El público les perdonó el partidito que estaban jugando. Protestaban todo, incluso faltas cachondeables. El Cádiz estaba entrando en una dinámica fatalista: tener el partido ganado, con dos futbolistas más, pero quedar a expensas de un heroísmo casual e inmerecido de su rival.

La ocasión más clara para el segundo gol no la culminó Alvarito. Pero, ya a punto de terminar, volvió a funcionar la conexión de Salvi con Dani Romera, que está siendo la sensación de los últimos minutos. El almeriense, con un remate inapelable, marcó su cuarto gol en un partido y dos ratitos.

A pesar de la anormalidad del juego, por las dos expulsiones del Zaragoza, se vio a un Cádiz muy fiable, que presenta sus credenciales para estar arriba. No es por casualidad esta racha exitosa, sino porque ahora sí se juega con aromas de ascenso a Primera. Aunque todavía falta mucho.

José Joaquín León