VICTORIA del Cádiz por el sistema tradicional, que es el del sufrimiento. Victoria con mucho mérito, por las circunstancias que estaban todas en contra. Pesaba el cansancio del reciente partido de Copa ante un equipo de Champions como el Sevilla. Pesaban las lesiones y la ausencia de fichajes para recambios. Pesaba tener enfrente a un rival que ha fichado  pensando sólo en el ascenso. Y hasta pesaba el arbitraje de Eiriz, que en los últimos minutos favorecía siempre al visitante. A pesar de todo eso, y de que el equipo llegó al final con uno menos, bastó el gol de Kecojevic para sumar los tres puntos.

El Cádiz hizo algunas rotaciones, pero tenía a futbolistas como Villanueva, Garrido, Álex, Salvi y Alvarito que habían participado más o menos minutos en el partido de Copa. El Granada salió en busca de los tres puntos, que le hacían falta para escalar posiciones. El Cádiz atacaba las bandas con Salvi y Alvarito, y con Dani Romera al acecho. El Granada, recordando quizá el segundo gol del Sevilla, intentó esa jugada del envío largo a la espalda de la defensa más de una vez, y quizá le hubiera salido bien con otro portero, pero Cifuentes estuvo atento.

El partido se veía igualado, hasta que lo desatascó Kecojevic, al filo de la media hora, tras cabecear una falta botada por Salvi. Otra vez el espigado central imponía su poderío por alto. Antes del descanso, pudo empatar Joselu, que se quedó solo, pero se equivocó con una vaselina de quiero y no puedo. También pudo decidir el partido el Cádiz, gracias a las coladas de Alvarito y Lucas por la izquierda. Dani Romera remató sin puntería, desaprovechando la ocasión mejor para el 2-0.

En la segunda parte, se podía esperar lo que ocurrió: un monólogo atacante del Granada. El Cádiz se encerró, y ya sólo quedaban las arrancadas de Alvarito, que esta vez no resultaron  potables de cara al gol. En apariencia, el Cádiz defendía bien, con Abdullah apoyando a Garrido, pero se veía que el Granada podía marcar en cualquier jugada. Pudo conseguirlo en un envío largo, que se comió Villanueva; o en un chut de Peña que tocó el larguero. Hubo suerte.

Menos mal, porque el árbitro Eiriz llegó desatado a la recta final. En el chut al larguero, por ejemplo, regaló un saque de esquina inexistente. Le enseñó la amarilla a Barral nada más entrar, y la roja en cuanto pudo, merecidamente ambas por cierto, pues el delantero isleño se las buscó tontamente. Pero este árbitro le había regalado al menos media hora de partido a Kunde y Chico Flores, a los que perdonó la expulsión en tres jugadas. Como si tuviera claro a quién había que enseñarle la tarjeta y a quién no. Prolongó cuatro minutos, pero lo alargó cinco, sin nada especial. Detallitos así. Aunque, por suerte, no influyó en el resultado, menos mal.

Esta victoria, tan sufrida, acerca al Cádiz a su objetivo de la permanencia. Fue un partido que recordó en algunas fases al de Tenerife, aunque con final más feliz y suertudo. Tiene mérito el resultado por las circunstancias desventajosas, y por el rival potente. Los Reyes Magos se portaron bien esta vez, como si hubiera un camello aparcado en la portería. Tres puntitos para seguir sumando.

José Joaquín León