EL peligro de encerrarse, a conservar un gol como si fuera un tesoro, es ese: que un error puede estropear la noche. El Cádiz hizo lo mismo de otros partidos que ha ganado en Carranza. Marcó y se dedicó a defender, a la espera de que pasaran los minutos. Marcó con un golazo de Eugeni desde lejos. El gol llegó en un partido espeso, que estaba complicado. El Cádiz lo quiso administrar, pero una jugada con fallos en cadena la aprovechó Cristian Herrera cuando ya se cumplía el minuto 88 y se esperaba otra victoria.

El Cádiz empezó con un equipo aguerrido, en el que Servando volvía a la titularidad como central, acompañando a Kecojevic. Arriba Cervera apostaba por el trabajo abnegado de Carrillo, y reservaba a Alvarito para la segunda parte, ya que no estaba a tope.

Vimos una primera parte con juego deshilvanado y pocas ocasiones. Abdullah no conseguía imponerse. A eso se añadía un Lugo rocoso, que recurrió al juego duro subterráneo siempre que pudo ante la permisividad del árbitro Ocón. Esas dificultades del Cádíz para crear peligro se complicaron porque no llegaban buenos centros desde las bandas. Un disparo lejano de Brian fue el único aviso, hasta que al filo del descanso por fin Salvi puso un buen centro, que remató Aitor y salvó Leuko.

Como en otros partidos, el Cádiz no practicó un fútbol fluido, pero se armaba de paciencia para esperar su oportunidad. Se había estirado el Lugo, sin renunciar a ese juego rocoso. Hasta que llegó el gran gol de Eugeni Valderrama, que había entrado antes del descanso por el lesionado Abdullah. Un trallazo, que en condiciones normales debía valer tres puntos.

Sin embargo, otra lesión, la de Brian Oliván, obligó a un nuevo cambio forzoso. Entró Mikel Villanueva. Pudo elegir el entrenador Álvaro Cervera la opción de situarlo de central y pasar a Servando al lateral izquierdo, donde ya jugó como recambio de emergencia otras veces. Sin embargo, optó por colocar a Villanueva de lateral. Es zurdo, pero también lento, y en esa posición se le nota más.

Precisamente por un saque de esquina innecesario que cedió Villanueva se gestó el empate. Saque de esquina que dio lugar a una cadena de fallos. Quizá por el primer desajuste de que el balón se paseó primero por el área pequeña, sin que lo despejara el portero ni la defensa. El centro posterior fue rematado por Cristian Herrera, también en el área pequeña, justo delante de Servando. Un gol de los que indignan a este entrenador. Un gol que costó caro.

Después fue expulsado Garrido, al que el árbitro no trató con la misma benevolencia que a otros repartidores de leña lucenses. En la penúltima jugada del partido, en inferioridad, tuvo el Cádiz una contra muy favorable, que malogró Salvi por rematar a las manos del portero, cuando tenía a dos compañeros esperando su centro.

Por esos detalles puedes estar más arriba o más abajo. También es verdad que siempre no suena la flauta. Cuando te encierras, se asume el riesgo de que pase lo que pasó al final de este partido. Un punto más para el objetivo de la permanencia. Dos puntos menos para el objetivo del ascenso. Las cuentas son así, según se mire.

José Joaquín León