EL Cádiz goleó al Sevilla Atlético jugando a ráfagas. La goleada pudo ser incluso más abultada, a nada que se hubiera intentado con más ímpetu. Sin embargo, el equipo cadista tuvo momentos de lucidez y eficacia en el remate, junto a otros en los que pudo complicar la noche. La superioridad era manifiesta y el rival dejaba jugar. Así fue una noche de lucimiento para Salvi, que con espacios exhibió su velocidad. También Álvaro rindió a buen nivel. Por el contrario, Jona no rompió el gafe y no pudo marcar en una noche propicia.

La alineación del Cádiz presentaba novedades, entre las que destacaban que Villanueva y Fausto (ambos titulares en Pamplona) se quedaron en la grada. Perea fue titular. Volvía Lucas Bijker al lateral zurdo. Y mantenía a Jona como ariete para darle confianza.

Enfrente estaba el colista, que salió lanzado ante un Cádiz dormido. Pudo marcar el Sevilla Atlético en el primer minuto, si no lo impide Alberto Cifuentes con una doble parada, la segunda excelente. El Cádiz tardó unos minutitos en darse cuenta de que había autopistas por las bandas para Salvi y Alvarito. El primer gol, sin embargo, llegó en una falta muy bien lanzada por Perea, que rozó el portero y dio en el travesaño. A este primer palo sucedió un segundo, tras el cabezazo de Servando, pero el balón llegó a Alvarito, que no perdonó el 1-0. 

En el minuto 20 ya tenía el Cádiz el partido prácticamente resuelto, cuando Álex aprovechó con su remate cruzado una buena asistencia de Jona. Abrazaron al ariete como si lo hubiera marcado él, porque se le nota la ansiedad del goleador que no golea. En este primer tiempo, el Cádiz pudo y debió dejar resuelto el partido.  Salvi a veces estuvo individualista en sus llegadas. Quería marcar y no paró hasta que lo consiguió, pero eso sucedió casi al final.

En la segunda parte, el Cádiz fue demasiado consciente de su superioridad y se dedicó a administrar el 2-0 con un fútbol de contención. Después de que Carlos Fernández aprovechara la distancia que le concedió Kecojevic para marcar el 2-1, pareció despertar el Cádiz. Así se evitó que le dieran una sorpresa inmerecida.

Salvi seguía como un huracán por su banda. Le puso un balón de gol clarísimo a Jona, que cabeceó al bulto del portero Ondoa, perdiendo una ocasión de romper el gafe. Tuvo que ser el propio Salvi quien devolviera la tranquilidad, con un golazo digno de crack, en el que todo lo hizo de maravilla: velocidad, finta y buen remate.

Salvi recibió el premio de ser cambiado para llevarse la ovación. Fue sustituido por Moha, que en esos breves minutitos aprovechó una internada de Alvarito para cerrar la goleada.

Quedó muy claro que este Cádiz depende sobre todo de Alvarito y Salvi, o de Salvi y Alvarito, según los partidos. Dos futbolistas que ya vistieron de amarillo en Segunda B, pero que han progresado adecuadamente. Cuando encuentran espacios, el Cádiz es más Cádiz. Pero todos los rivales no son como el Sevilla Atlético.

José Joaquín León