AL Cádiz le pasó con el Tenerife lo mismo que en otras ocasiones, por ejemplo ante el Lugo en Carranza. Marcó, se encerró, y lo estropeó al final. El conformismo a veces sale bien, pero en otras ocasiones no. Es una lástima que el golazo de Perea, que daba la clasificación virtual para disputar las eliminatorias de ascenso, se quedara enturbiado por un error defensivo, en el que Servando perdió la posición. El Tenerife no había llegado ni una sola vez con auténtico peligro, por lo que nada hacía aventurar ese final decepcionante. El Cádiz se defendía con la solvencia de costumbre. Pero jugar al 1-0 es muy arriesgado. Es jugar con fuego, sin garantía de que no te quemes.

El Tenerife cedió la posesión, corrió mucho y jugaba a no perder. Parecía que se conformaba con el empate. Era extraño si se tiene en cuenta que sus remotísimas opciones sólo pasaban por ganar. Ya no tiene ninguna posibilidad, pero pudiera darse el caso de que otra vez fastidien al Cádiz.

La primera parte fue de mayor iniciativa amarilla. Fue uno de los raros partidos en los que Alvarito no estuvo fino, aunque lo intentó. Bien vigilado por dos rivales, apenas podía escaparse. La mejor ocasión llegó en una acción de Jona, al que el entrenador concedió otra oportunidad. El portero evitó el gol. Carrillo se convertía con frecuencia en el segundo delantero, un luchador infructuoso.

En la segunda parte el partido iba por el mismo camino. La iniciativa del Cádiz era frenada por el esfuerzo del Tenerife. A pesar de la ausencia de Garrido, el buen partido de Álex y la atención de los centrales, Marcos Mauro y Servando, bastaban para no pasar apuros. Como casi siempre, el Cádiz dependía de una juga aislada.

Mejoró el equipo con la entrada de Aitor por Carrillo. Volvía el Cádiz a su esquema de dos extremos. Aitor demostró que merecía más minutos de los que le han dado en la segunda vuelta. Participó en la jugada del gol, en la que Álex Fernández certificó su buen partido. Perea, con un extraordinario remate, puso la calidad y el gol.

Los goles suelen llegar cuando hay calidad. Es una pena que Perea la dosifique tanto, porque es de los pocos que puede sorprender con algo diferente. También fue una pena que el Cádiz, tras los cambios que dieron minutos a Dani Romera y Eugeni, no entendiera que debía buscar el segundo gol y liquidar el partido. Hubo intentos aislados, como un contragolpe malogrado por Aitor en fuera de juego. Pero parecía que se limitaban a defender y esperar.

Lástima de que la victoria se vino abajo en el penúltimo minuto. Falló la defensa en el peor momento. Servando se despistó, reclamando un fuera de juego inexistente, el balón le cayó en la bota a Malbasic que remató desde fuera del área y enmudeció el estadio, cuando ya se saboreaba la clasificación virtual. El fútbol es tan raro que el Cádiz encontró una última oportunidad con el tiempo cumplido, pero Alvarito no tenía su noche. Falló la épica.

Si el Cádiz gana en Granada se clasificará seguro, porque Valladolid y Osasuna se enfrentan entre ellos. Pero si no es capaz de conseguirlo, puede que se lamente ese despiste y ese conformismo.

José Joaquín León