A lo largo del tiempo, desde el siglo XIX, la izquierda gaditana se ha expresado con tres ideologías, que ahora están representadas en el Ayuntamiento. El PSOE encarna la herencia socialdemócrata, Izquierda Unida  y los grupos afines la herencia comunista pecera, y Podemos la herencia anarco libertaria que llaman anticapitalista. Los tres partidos padecen una crisis de identidad ante las elecciones municipales, en la que vuelven a jugarse la mayoría. Esta vez sin que se presente como rival Teófila Martínez, su bestia negra en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI. De modo que la excusa de “Vamos a echar a la Teo” ya no la tienen.

Esa es la clave de lo que les descoloca. Es más fácil destruir que construir. Es más fácil vivir contra alguien (sea un presidente de Gobierno o una alcaldesa) que llevar adelante una alternativa propia con coherencia y eficacia. No es lo mismo el activismo de megáfono y protesta que la gestión. Tampoco es lo mismo protestar desde fuera que gobernar. A los incompetentes e inútiles, antes o después, se les nota.

Se ha visto con las políticas sociales. En Cádiz son ahora peores que en los tiempos del PP. Y es lógico, porque Teófila sabía que su éxito dependería de tener contentos (o razonablemente descontentos) a quienes no la votaban, por si lo hacían a hurtadillas, o al menos no le daban el voto a sus rivales.

La izquierda gaditana se encuentra en una encrucijada, absorta en una duda de la que no sabe cómo salir. El pacto de gobierno entre Podemos e Izquierda Unida es un acuerdo de conveniencia. No se tragan. Sin embargo, están obligados concurrir unidos a las elecciones, según el acuerdo presentado en Adelante Andalucía por Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, que también es válido para las elecciones municipales. Y si lo rompen, y van por separado, sólo les beneficiará para sus intereses personales, pero les perjudicará para los resultados. Es posible que incluso les cueste la Alcaldía, por culpa del señor que inventó la ley d’Hondt.

¿Y el PSOE? Tiene una oportunidad de oro paras enmendar el cajonazo de 2015. La clave para Fran González es guardar los equilibrios. Eso pasa por no ser igual que los otros, diferenciarse para bien. Aparecer como una alternativa dentro de la izquierda para recuperar el raciocinio perdido. ¿Ese mensaje llega a la gente? Con el paso del tiempo, las tres fuentes originales de la trilogía (socialdemocracia, comunismo y anarquismo) se han diluido. Hoy importa más la eficacia que la idea. Ya no estamos en el siglo XIX, aunque en Cádiz lo parece.

José Joaquín León