YA lo escribí ayer: en solemnidades como esta de la Motorada hay muchos malanges y esaboríos que se piran de Cádiz. Y algunos, como este buen jeque de los Emiratos Árabes, que es hermanastro del emir (o sea, que tiene muy pocas posibilidades de ser emir), incluso se ha ido con su megayate. Una pena, porque el Yas ya no se verá. Y era más guay que los catamaranes de la Bahía. No se había inscrito, que yo sepa, en la Gran Regata que está organizando el Ateneo, donde hay mucha afición a los yates por la parte de Moncho Pérez Díaz-Alersi, Hans el alemán y algunos más. En general, aquí la gente lisa y llana nunca ha visto con buenos ojos los yates ni el Náutico. Puede que por envidia.

De modo que en Cádiz siempre ha estado mejor visto (y ha tenido mejor acogida en las coplas del Carnaval) el vaporcito de El Puerto, hasta que palmó. También palmaron muchos barcos pesqueros, en los buenos tiempos de los gallegos, como Paco Márquez Veiga, que fue presidente del Cádiz. Ahora están de moda los cruceros. Son como yates sociales, porque los cruceristas que llegan cada vez están más tiesos y gastan menos; o eso dicen los comerciantes.

Pero un megayate con jeque es algo diferente. Es mucho más glamuroso y pijo, cosa de ricos. Aunque sea un jeque como de chirigota del Yuyu, un hermanastro, que no es igual que cuando el rey Fahd de Arabia Saudí iba a Marbella, y se compraba todo lo que había en El Corte Inglés y estaba Puerto Banús que daba gloria verlo. Hasta los topes de príncipes y jeques. Y no sólo con un megayate aislado, en el que se coló un chorizo hasta la cocina, como dicen los comentaristas deportivos. ¿Y la vigilancia? Mirando hacia otro lado, fue un despiste defensivo. A todo esto, en Puerto Real tenían que encargar unas corbetas de Arabia o algo así. Algo que no gustaba a los de Podemos.

En fin, que nada más viendo al alcalde González, en versión casual, se llega a la conclusión de que esta no es ciudad para ricos, ni para pijos. Más elegantes son en Jerez (a pesar de las motos), donde todo el mundo va a la Feria del Caballo con chaqueta y corbata, y con pañuelos y pasadores. Pero en Jerez no hay puertos para megayates, y en Algeciras no son tan finos.

Así que el jeque apócrifo de los Emiratos Árabes se ha pirado. Zarpó hacia Casablanca. Es un puerto con nombre de película de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Glamuroso y pijo, pues; o lo era entonces. A Cádiz siempre le quedará el Carnaval, donde asuntos como este suelen dar mucho juego. Esta sí es ciudad para buenos cuplés.

José Joaquín León