UNA de las grandes asignaturas pendientes gaditanas es el Cádiz con Encanto. Por supuesto, referido a los hoteles. Así como en otras ciudades ha proliferado la apertura de hoteles con encanto, que han revitalizado y multiplicado el turismo, en Cádiz han tropezado con demasiadas dificultades. Ciertamente hay excepciones, empezando por el proyecto local que emprendió Josefa Díaz en el hotel temático de Las Cortes de Cádiz, que se ha mantenido después del Bicentenario. Y que a ella la ha llevado incluso a ser la presidenta del SKAL Club, una importante asociación filantrópìca. Pero, en Cádiz, había (y hay) varios edificios catalogados que sirven para hoteles, y que se están perdiendo, como tantas cosas.

Se inauguraron hoteles en el segmento de dos o tres estrellas, como el de Argantonio, el de la Catedral, o el Patagonia Sur de la calle Cobos. Y algunos apartamentos turísticos, que llegan a una clientela trotamundos de capacidad adquisitiva inferior. Sin embargo, aún falta lo que el Grupo Jale empezó en El Puerto con el Monasterio de San Miguel, hasta que entró en crisis. Esos hoteles de gama alta, de cuatro y cinco estrellas, que abundan en ciudades andaluzas como Sevilla, Málaga, Granada y Córdoba. En ese sector sólo existía el inquietante proyecto de la Casa del Almirante. Desde el principio, pareció de quiero y no puedo. Igual que el faraónico intento de Valcárcel, que olía a fracaso desde antes de empezar.

Así las cosas, en Cádiz todavía no tenemos ningún hotel de cinco estrellas. Si bien es cierto que, en su momento, el Hotel Playa Victoria destacó por su innovación, y que el Parador del Atlántico es uno de los mejor considerados en la Red de Paradores. También se debe elogiar la alta puntuación que reciben algunos hoteles de Cádiz en Booking y otros mayoristas. Aunque este esfuerzo merece ser destacado, todavía es un destino secundario en el turismo cultural, si se compara con otras ciudades que ya están en el Patrimonio de la Humanidad. Una omisión vergonzosa, que perjudica.

El proyecto de Hotusa para la Casa del Almirante debería marcar un antes y un después para el turismo con encanto en Cádiz. También para la consideración del barrio del Pópulo. Es un edificio de la mejor historia gaditana, relacionado con el esplendor de la carrera de Indias y la arquitectura esplendorosa que surge en el siglo XVII. Allí se debería abrir un gran hotel. Si acompaña la inversión, por supuesto. A esta ciudad le interesa (y mucho) que consiga el éxito, para comenzar una nueva etapa.

José Joaquín León