LA Naturaleza es sabia, por eso no la entendemos. Así las cosas, hemos leído en el Diario que los expertos en ornitología del lugar están que trinan ante un fenómeno inexplicable. Un ejemplar de zorzal rojigris siberiano ha sido avistado en Cádiz. Más concretamente, en el jardín Kotinoussa del Parque de Varela, popularmente conocido como el parque de los perros, que por allí se solazan a sus anchas en el cumplimiento de sus necesidades. ¿Qué hacía este pájaro en ese sitio? Eso es lo que no se explica nadie con criterios naturalistas, pues se supone que a estas alturas del año se debía encontrar en la India.

El zorzal rojigris siberiano fue fotografiado por la aficionada Carmela Quijano e identificado por Paco Jácome y Manuel Jiménez. No es un sueño, ni nadie se confundió, sino que estaba allí, aunque pareciera inexplicable. Es la primera vez que se avista a uno en Andalucía, en vísperas del 28-F, curiosamente. Y no es como el buitre en Cádiz, que tanto dio que hablar. Por lo que cabe atribuirlo a causas sobrenaturales.

Como pasa con casi todas las atribuciones, son a ojo de buen cubero. En materia de imaginería, por ejemplo, todo lo que era antiguo se atribuía a Montañés o La Roldana, hasta que se descubrió que existía un tal Juan de Mesa. Esto no tiene nada que ver con la imaginería, no sé por qué lo digo. Pero la presencia del zorzal rojigris siberiano en Cádiz (ciudad tan alejada de sus rutas) es sobrecogedora. Pudiera suponer que los zorzales rojigrises siberianos confunden a Cádiz con Calcuta, por aquello de ser llamada “la ciudad de la alegría”. A veces se la ha comparado con La Habana, o con Venecia, pero con Calcuta todavía no. Es maravilloso que el pájaro haya intuido ese parecido.

Otra cuestión importante es el lugar de parada y fonda. El zorzal rojigris siberiano pudo anidar en el balcón principal de San Juan de Dios, el de los grandes acontecimientos. Pudo confundir al alcalde González con algún maharajá o majara de El Puerto, al no saber que salía con Bienvenido. Y aquí todo el que venga de fuera es bienvenido, aunque sea un zorzal rojigrís siberiano, pues Cádiz es una ciudad amistosa con los animales y se han prohibido los circos y los paseos rocieros con mulas o bueyes. Se habrá corrido la voz y se han enterado hasta en la India, donde los elefantes sagrados van por las calles a su libre albedrío.

Si llegó en Carnaval, tampoco le resultaría extraño que las calles estuvieran como los peores suburbios de Calcuta. En ese jardín hay porquerías como para confundirse. Puede que el año próximo vengan más.

José Joaquín León