DECÍAMOS ayer que Cádiz se está quedando marginada, como provincia y aún peor como capital. Uno de los principales motivos que influyen para postergar las infraestructuras y proyectos es la falta de liderazgo político. Actualmente, no hay un líder ni una lideresa, ni en la provincia ni en la capital. En el pasado remoto de los siglos XVIII y XIX esta ciudad tuvo reconocidos líderes, de derecha y de izquierda. En el siglo XX, los líderes locales, guste o no, fueron los Carranza, por eso tenían dedicado un puente, un estadio y algunas cosas más. No fueron unos líderes que reverdecieran el pasado fenicio, ni el de las colonias americanas, pero algo consiguieron. Después, con la Transición, se llegó al convencimiento de que el líder debía ser el alcalde o la alcaldesa.

Carlos Díaz lo intentó, si bien es cierto que el PSOE no supo atenderlo. Consiguió el rescate del puente Carranza y reformó el Paseo Marítimo, entre otras cuestiones. Estas dos fueron importantes, porque antes había que pagar peaje por entrar en Cádiz. Y, después de la reforma de la playa, esta ciudad cuenta con mejores argumentos para el turismo en verano. Debió conseguir más, pero no pudo, y ahí empezó un periodo de decadencia que le costó caro al PSOE.

Cuando llegó Teófila Martínez a la Alcaldía ejerció un liderazgo de 20 años, que quedó inconcluso. Se planteó como primer objetivo el soterramiento, que sirvió para la transformación de los barrios de Extramuros. Después peleó con los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy para que Cádiz consiguiera el segundo puente, una obra quizás faraónica para los que tienen mentalidad pueblerina, pero imprescindible para una ciudad afectada por el aislamiento geográfico. Gustaría más o menos como alcaldesa, pero tenía un proyecto de ciudad. Para el futuro planteó la plataforma logística del sur de Europa, que ha caído en el olvido.

Teófila dejó de liderar los proyectos el día que perdió la Alcaldía. No es lo mismo ser diputada que alcaldesa. El siguiente alcalde, José María González, comenzó participando en un desahucio junto con sus concejales. ¡La tarjeta de presentación! A la que añadió algunas pamplinas de protocolo. Con los meses, comprendió que debía moderar las majaronadas. Pero no vemos los proyectos, ni el liderazgo, ni nada de nada.

La culpa no es sólo de los políticos. Las fuerzas vivas se han acostumbrado a las subvenciones de Andalucía, España y la humanidad de Bruselas. Cada cual con su Iti y su Edusi, la mar de contentos. Mientras el tiempo se pierde sin remedio.

José Joaquín León