TRAS la polémica por las cinco corbetas de Arabia Saudí, siguen los ecos sobre los astilleros militares de la Bahía. Lo primero y principal debería ser que Cádiz no se avergüence de su pasado, su presente y su futuro vinculado a la actividad militar. Es otro complejo estúpido, derivado de lo que ya sabemos. Así como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha considerado “facha” al almirante Pascual Cervera y le ha quitado una calle (a pesar de que combatió en la guerra de Cuba contra los yanquis, y murió antes de que surgiera el fascismo), otros analfabetos siguen considerando que el Ejército español lo fundó Francisco Franco, o algo así. Sin embargo, la defensa militar existe desde tiempos remotos. La historia de Cádiz evidencia que, por su emplazamiento, siempre ha estado vinculada a los militares y ha sido una plaza estratégica.

Con los astilleros, pasa lo mismo. Si no fuera por los encargos militares, los de Navantia en Puerto Real y San Fernando estarían cerrados. El astillero isleño siempre ha permanecido ligado a la construcción naval militar. Eso, más o menos, se sabe desde los tiempos de la Empresa Nacional Bazán. Por el contrario, se olvida que el ex alcalde de Puerto Real José Antonio Barroso (poco sospechoso de facha) fue uno de los grandes defensores de que el astillero se dedicara a la construcción naval militar, cuando abordaron un proceso de privatizaciones. Fueron muy festejados, por cierto, los encargos de barcos militares a la Venezuela de Hugo Chávez. Mientras se desarrollaba ese proceso, astilleros civiles, como el de Sevilla, sin ir más lejos, quedaron prácticamente extinguidos. Los de la Bahía se salvaron.

Sería ideal que el astillero de Puerto Real consiga el quinto petrolero, incluso el sexto, y más actividad de construcción civil. Sin embargo, hay que tener en cuenta la realidad. Entran en juego aspectos que no son políticos, sino estrictamente económicos y empresariales. Aunque sea una obviedad casi demagógica, por medio aparecen cuestiones como la competitividad, el rejuvenecimiento de la plantilla y los avances tecnológicos, que deben llevar a una mayor eficiencia. Para los grandes contratos hay competidores. Y vivimos en un mundo globalizado, con los astilleros asiáticos a tope, mientras que aquí los directivos se dedican  a fotografiarse con robots, y presumir de astilleros 4.0 y Cifuentes de portero.

Y los de IU, además, a criticar al rey Felipe VI, y acusarlo de “cómplice”, aunque ha conseguido el contrato de las corbetas  para crear 6.000 empleos en cinco años.

José Joaquín León