l La Exaltación vuelve a salir de su templo, que fue cerrado en 2004 y ha sido sometido a una larga restauración l Su historia está vinculada a esta iglesia, en la que ya se encontraba en 1621

UNA de las grandes novedades de la Semana Santa de 2019 es la salida de la cofradía de la Exaltación desde su sede canónica de Santa Catalina. La iglesia ha permanecido cerrada desde mayo de 2004, tras desprenderse unas tejas que permitieron descubrir el mal estado que sufría. Cuando tanto se habla estos días de la conservación del patrimonio, por el incendio de Notre Dame, se deben recordar casos como este. A lo largo de 15 años se han prolongado las obras con periodos de paralización y muchos problemas. La decidida intervención de monseñor Asenjo ha sido providencial para que volviera a abrirse al culto. El Arzobispado ha invertido en la restauración más de tres millones de euros. El 24 de noviembre de 2018 se celebró la misa de la reapertura y el templo recuperó la normalidad, con importantes mejoras. A destacar también los hallazgos arqueológicos que se pueden ver.

Hoy el Cristo de la Exaltación, con el gran paso de misterio de Los Caballos, y la Virgen de las Lágrimas, en su señorial paso de palio, vuelven a salir de Santa Catalina. En los últimos 15 años han permanecido fuera de su sede, saliendo de la cercana iglesia de los Terceros el Jueves Santo, y con el culto a las imágenes en la parroquia de San Román.

El regreso de la Exaltación tiene también un valor simbólico para la Semana Santa sevillana. A pesar de las dificultades para conservar los templos, a pesar de que las instituciones públicas y privadas no colaboran como antes, este año todas las cofradías pueden salir de sus iglesias. En algunos casos (como La Exaltación con la restauración de Santa Catalina y La Cena con las obras en los Terceros) han pasado dificultades que finalmente han resuelto. Por desgracia, que todas salgan de sus iglesias se ha convertido en algo raro, cuando debería ser lo normal.

La Exaltación mantiene su sede en la iglesia de Santa Catalina desde el siglo XVII. Es una de las cofradías más antiguas de Sevilla. Se estima que fue fundada, a finales del siglo XVI, en la iglesia de San Benito de la Calzada. En 1621 ya se encontraba en Santa Catalina. En ese templo ha permanecido, aunque sufrió otro paréntesis. Entre 1923 y 1930 la Exaltación se trasladó, a causa de otro cierre de Santa Catalina para efectuar unas obras de restauración. Permaneció en la iglesia de la Trinidad hasta 1925, pasando después a San Román, por encontrarse más cerca de su sede, de la que no se quería alejar.

A diferencia de otras cofradías, que perdieron imágenes y enseres en la Guerra Civil de 1936, fue de las que pudo sobrevivir sin grandes trastornos. En 1934, durante la Segunda República, había sido una de las 13 cofradías que cumplieron estación a la Catedral. Durante el conflicto bélico hubo dos circunstancias curiosas. En 1937 la Virgen de las Lágrimas salió sin ninguna alhaja, como señal de luto por la guerra. Por el contrario, en 1938, estrenó la corona de plata de ley dorada que labró el orfebre Eduardo Seco.

Para la Exaltación, conocida popularmente como Los Caballos, es muy importante volver a un templo que forma parte de su identidad y de su historia. Ya estaba allí en el siglo XVII, cuando encargaron la espectaculares figuras del paso de misterio al taller de Pedro Roldán. Se supone que parte de la familia del artista trabajó en el encargo del que sería el gran misterio procesional de su tiempo. La autoría concreta de las imágenes no está especificada, pero se supone que el Crucificado debió ser tallado personalmente por Pedro Roldán. Dimas y Gestas, los dos ladrones que aguardan la crucifixión, están atribuidos a Luisa Roldán, La Roldana, hija del imaginero. El marido de Luisa, Luis Antonio de los Arcos, junto a Cristóbal de Guadix, concertaron el contrato para el paso de misterio en 1678 y debieron ser los autores de las figuras de los dos sayones. En el contrato se habla también de “dos caballos de madera”, que eran los que dieron el nombre popular.

No es cierto que este paso llevara en sus primeros años cuatro caballos, según una tradición difundida, pero sin fundamento real. Juan Carrero Rodríguez opinaba que la confusión pudo deberse  “a los cuatro équites romanos, que situados en las esquinas daban escolta a sus andas”. Los centuriones y los caballos actuales fueron tallados por Juan Abascal en 1960. Ese mismo año fue modificada la composición del misterio, para darle su apariencia actual, en la que el Cristo se aprecia mejor.

La cofradía de la Exaltación o de los Caballos también ha sido conocida como la de Santa Catalina. Tuvo un origen señorial y una historia con leyendas y misterios. Su patrimonio artístico es extraordinario. No sólo en el gran paso de los Caballos, sino también en el paso de palio. La Virgen de las Lágrimas es una talla de autor anónimo, del siglo XVIII. Fue donada por el cofrade José Castro, en 1913, y al parecer procedía de Málaga. El palio había sido bordado en terciopelo azul oscuro, en el taller de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, a finales del siglo XIX. El magnífico manto, bordado en el taller de Hijo de Miguel Olmo, fue estrenado en 1919. La cofradía cuenta así con el legado patrimonial de los dos principales talleres de bordados que hubo en Sevilla en las primeras décadas del siglo pasado.

La Exaltación es una cofradía del Jueves Santo que también ha salido el Viernes Santo por la tarde y por la Madrugada. Su historia está profundamente vinculada a Santa Catalina desde hace cuatro siglos. Regresar a su templo es mucho más que un reencuentro con sus raíces. Es como recuperar lo mejor de su pasado, y revivirlo con la esperanza puesta en el futuro.

José Joaquín León