ESTE será el 15 de agosto más raro que hemos vivido. Una mañana en la que no se abrirá la Puerta de los Palos de la Catedral para que la Virgen de los Reyes salga a las ocho, como era costumbre. Y, sin embargo, la Catedral no permanecerá cerrada. Los fieles podrán asistir, en su interior, a los cultos en su honor. Podrán peregrinar por la noche desde los pueblos del Aljarafe para participar en las misas tempraneras. Podrán rezarle de cerca, a la hora de la aurora. La Virgen presidirá el Pontifical, y después la Catedral permanecerá abierta durante la mañana. Pero nadie la aguardará en la plaza, ni en las gradas. Todo dentro del templo.

La Virgen vestirá el manto de la coronación, una joya del bordado, en tisú celeste e hilo de plata. Aparecerá en el suelo del altar del Jubileo, más cercana. Pero no la veremos en su paso de tumbilla. Ni la cuadrilla de Bejarano la levantará para que salga por la Puerta de los Palos, al reencuentro con sus fieles. La Patrona se queda confinada en la Catedral, sin procesión, sin iluminar las calles con su presencia, sin volverse al pueblo en las posas de las esquinas, sin que ese cimbreo de sus nardos (que huelen a gloria) avise de su llegada, incluso a los ciegos de corazón.

¿Por qué no sale la Virgen? Es la Reina de los Reyes. Está presente en Sevilla desde la reconquista por el Santo Rey en 1248. Este año había muchos motivos especiales para salir. “Per me reges regnant, no lo olvidemos. Y, además, es la gran devoción mariana de Sevilla, la que siempre salió a las calles en rogativas, cuando las epidemias eran tratadas con menos rigor científico, sí, pero también en acción de gracias, cuando se creía con más fe en la mediación celestial. Entre otras enfermedades, salió en la epidemia de la peste de 1649 y en la epidemia de la fiebre amarilla de 1800 (dos de las que tienen más historia y literatura). La Virgen de los Reyes siempre al reencuentro.

¿Y por qué no ha salido en este año de la pandemia del coronavirus? Se pudo organizar un cortejo más reducido, con mascarillas y distancias de seguridad. Se podía haber testado a la cuadrilla de costaleros, como si fuera la plantilla de un club de fútbol, o llevarla en andas, o a ruedas. Se podría haber contado con bandas de música, o salir en silencio…

¿Y el público? Acuden cientos de personas todos los años. A veces se dice que la procesión iba a menos (en 2019 no lo pareció), pero depende, no tan a menos. ¿Se podría aforar y limitar? El itinerario es corto y está vallado de cabo a rabo. Igual que se afora el interior de la Catedral. ¿Y dónde está el listón de las concentraciones? En la plaza de toros de El Puerto de Santa María había más de cinco mil espectadores en una corrida. Pero una procesión es diferente. Hubieran criticado (e insultado) a los devotos sevillanos de la Virgen. Los hubieran acusado de ser fanáticos, supersticiosos e imprudentes. ¿Y si surgiera un brote relacionado con esa procesión?

La Virgen de los Reyes se queda confinada, en esta tristeza general de 2020. Es el tiempo de la prueba, a la espera de años mejores.

José Joaquín León