HOY era el día en que debía celebrarse el Cabildo de Toma de Horas para aprobar los horarios e itinerarios de la Semana Santa de 2021. Dicho así, duele más todavía. En esta Cuaresma no se ha hablado de los cambios, ni de las permutas del Domingo de Ramos, ni del orden del Martes Santo, ni de las dificultades para organizar la Madrugada, ni de nada de lo que se comentaba en las tertulias cofradieras y en los medios de comunicación. La Semana Santa en las calles se ha perdido, es como si no existiera. Y es cierto que en 2021 no la tendremos, pero queda un futuro por delante que saldrá tocado peligrosamente tras esta pandemia.

¿Cómo influirá en la Semana Santa de 2022? Algunos pesimistas creen que tampoco habrá procesiones, aunque ese escenario parece improbable. Se supone que entonces ya habrá inmunidad de rebaño, ¿verdad, Simón?, por las buenas (las vacunas masivas) o por las malas (tres o cuatro olas más), así que lo normal es que tengamos Semana Santa en las calles. ¿Pero qué Semana Santa? ¿La que hemos conocido? ¿O se quedará irreconocible?

En estos momentos, no podemos imitar a Nostradamus. Sin embargo, por lo que se comenta, hay varias ideas que empiezan a estar sobre las mesas. En el Consejo y en Fiestas Mayores ni Paco Vélez ni Juan Carlos Cabrera lo plantean oficialmente, pero se intuye que habrá cambios en la carrera oficial. El conflicto de las sillas y palcos de 2020 tendrá consecuencias. Probablemente, pasarán por aumentar las medidas de seguridad para las evacuaciones y por ordenar los aforos en algunas calles, como Sierpes, y quizá la Campana. Sólo se puede conseguir con una reducción de sillas. O con una reforma de la carrera oficial…

Otra duda es cómo afectará la pandemia a la Semana Santa callejera. Será difícil que recuperemos las bullas de los años 90 del siglo pasado, que empezaron a ser más controladas a partir de los incidentes de la Madrugada de 2000. Pero es difícil imaginar que todas las calles estén valladas y cerradas por el Cecop, aunque ya lo hayamos visto los últimos años en la calle Francos o el Postigo, entre otras.

Es posible que participe menos público local y que vengan menos turistas. Suele ocurrir siempre que afecta alguna anomalía. Tras los incidentes de la Madrugada, disminuyó el público los siguientes años, hasta que pasó el miedo. Esta vez no sería por temor a incidentes, sino por el cambio de costumbres de la postpandemia.

Asimismo preocupa a las hermandades que el Covid 19 afecte al número de nazarenos que cumplan la estación de penitencia. Es decir, que reduzca los cortejos. No sabemos si ocurrirá, o no, pero salir de nazareno (o de costalero) es una costumbre que cuesta trabajo recuperar cuando se pierde. Ojalá las ganas de volver a la normalidad superen el daño causado por la anormalidad que padecemos.

La Semana Santa del futuro se presenta rodeada de incógnitas. Los horarios y los itinerarios cambiarán mucho o poco, ya se verá. La suspensión del Cabildo de Toma de Horas es un indicador más del alcance irreparable de la pérdida.

José Joaquín León