LA Misión que ha organizado el Gran Poder ha sido algo más que santa. Es el acontecimiento masivo más importante que se ha celebrado en Sevilla desde que empezó la pandemia. Por supuesto, en todo lo vivido desde el 16 de octubre, se ha visto la mano de Dios, a su Hijo representado a través de la impactante efigie tallada por Juan de Mesa, cuyos cuatro siglos se han conmemorado. También se ha visto que Sevilla recibía ese zamarreón de emociones que necesitaba y esperaba, después de tantos meses de sufrimiento. No ha sido sólo una Misión para trasladarlo a Los Pajaritos, La Candelaria y Amate, y acogerlo en sus tres parroquias. Ha sido una Misión para toda Sevilla, desde San Lorenzo a los Tres Barrios, desde allí a la Catedral, para regresar triunfalmente a su basílica. Volvió a San Lorenzo, donde todos los caminos seguirán llevando, donde el Señor seguirá esperando.

La repercusión ha sido muy amplia. Además de lo religioso, afecta a lo social, lo económico, lo sanitario, lo político… Al presente y al futuro de Sevilla, en general. Habrá un antes y un después.

Repercusión religiosa: Es la principal. Para llevar el mensaje del Gran Poder de Dios a los hombres se organizó esta Misión. Un Señor que se acerca a los pobres. Las hermandades y cofradías ya lo sabían, pero en el futuro se debe incrementar la colaboración con los necesitados. Y no sólo con los que van a pedir. El mensaje es ir a buscarlos. Lección de cómo hay que plantear la religión en el siglo XXI, siguiendo la línea marcada por el Papa Francisco. El Gran Poder (y todas las hermandades, en general), salen muy reforzadas. No es sólo la fe del carbonero, sino la fe según Sevilla, la que llega al corazón y rompe las barreras del secularismo ateo y el relativismo. Hay que saber gestionarlo, no dilapidar ese tesoro.

Repercusión social: Nadie hubiera imaginado ver chaquetas y corbatas en Los Pajaritos. El interclasismo ha funcionado estos días. Estaban los vecinos vestidos de fiesta, los que llegaron de otros barrios cercanos y los que nunca habían entrado en esas calles. Se ha hablado de periferia y extrarradio. Y algunos han descubierto que Los Pajaritos está más cerca de la Catedral que el Cerro del Águila, y que otros barrios. No es cuestión de distancias, sino de marginación. Los vecinos han dado una lección: sin incidentes, con generosidad y entrega, ofreciendo lo mejor, lo poco que tuvieran. Colgaduras en fachadas desconchadas... Imágenes pintorescas de procesión periférica, que ya se han visto en Torreblanca y otros barrios, pero que proporcionan muy buen material gráfico. No es tan raro; es lo que hay. Otro mensaje: el amor al prójimo hace más que el odio de clase.

Repercusión económica: Los traslados procesionales por las calles de Los Pajaritos y La Candelaria, y en menor medida de Amate, han puesto el foco sobre la ineficacia de los políticos y las instituciones para la recuperación de esos barrios. ¿Qué pasará ahora? No son imposibles de integrar, no tienen la culpa sus vecinos, no pueden seguir hundidos en las estadísticas de la pobreza. Una noche, cuando el Señor estaba ya en la Blanca Paloma, hubo un tiroteo en una calle próxima, donde se vende droga. Hay que ser valientes para redimir a esos barrios.

Repercusión sanitaria: Si en dos semanas no sufrimos una ola de contagios, se podrá decir que Sevilla ha controlado la pandemia. El comportamiento cívico ha sido bueno. El 90% de las personas que acudieron a las concentraciones masivas para ver al Señor llevaban mascarillas en lugares públicos. En el cortejo las usaron todos. La Semana Santa de 2022 ya está salvada si no suben los contagios. Será un modelo a seguir.

Repercusión política: Los políticos del lugar se han dejado ver. Desde el presidente de la Junta, Juanma Moreno, al alcalde, Juan Espadas, y todos los que aspiran a algo. Eso demuestra la fuerza de las cofradías en Sevilla. Algunos políticos cargaron al Señor durante el traslado, como media Sevilla y gran parte de la otra media. Ese ha sido otro acierto: la participación. La gestión de Juan Carlos Cabrera y sus muchachos, de las Policías, el Cecop y todo lo demás ha estado a la altura necesaria.

Todo se ha conseguido gracias al Gran Poder, a su hermandad, tan bien gestionada, al proyecto misionero iniciado cuando era hermano mayor José Félix Ríos, y culminado con Ignacio Soro. Y, sobre todo, se consiguió gracias al Señor. Cuando sale a las calles, hay que tener un corazón de piedra para no seguir su camino. Es duro, es difícil, pero también nos reconforta; su zancada marca el rumbo de la verdadera salvación.

José Joaquín León