PASA con el tráfico lo mismo que con el fútbol: todo el mundo cree que entiende. Todos llevamos dentro un entrenador, pero también un taxista de los que no van al aeropuerto. Por eso, será difícil la cruzada que va a poner en marcha el director general de Tráfico, Gregorio Serrano, para que disminuyan los accidentes. Es cierto que está curtido en Sevilla, una de las ciudades donde peor se conduce de España, donde más tontamente están regulados los semáforos, y donde hay más víctimas en accidentes urbanos. Pero, para salir a hombros, deberá superar tentaciones; incluida la de aumentar las multas fáciles, en vez de cortar el origen del mal.

Cuando el ministro Zoido nombró director general de Tráfico a Gregorio Serrano, algunos pensaron que era un regalito como premio a la fidelidad del sector bueno. ¡Pues vaya regalito! No es lo mismo presentar a un pregonero de la Semana Santa en el Teatro de la Maestranza que presentar una campaña de Tráfico en Madrid, con media España de uñas afiladas. Nada más llegar al cargo, se topó con un dato negativo. La culpa no era suya, pero le tocó. En 2016 aumentaron los muertos en accidentes de tráfico, por vez primera desde 2003. Aunque entonces murieron 5.399 personas y el año pasado 1.160. No obstante, ese número de personas muertas es inadmisible: equivalen, aproximadamente, al doble de las víctimas causadas por ETA en toda su historia. No es lo mismo. Pero un muerto es un muerto.

Es cierto que en los últimos años ha empeorado el estado de las carreteras. Eso puede influir en que el 75% de las muertes ocurrieran en vías secundarias. Detalles como no usar el cinturón de seguridad, o los despistes por el teléfono móvil, lo empeoran. Sin embargo, la raíz del mal está en que demasiados conductores ofrecen la peor versión de sí mismos cuando se ponen tras el volante. ¿Por qué personas incluso amables se comportan como energúmenos? Esta es una de las claves.

Los chinos son herederos de la sabiduría oriental. Uno de ellos me decía: “En China los conductores intentan evitar los problemas de tráfico, aunque la culpa sea del otro; en España los conductores intentan causar más problemas”. Como acelerar para fastidiar al otro, amedrentar al de delante, colarse en las rotondas, circular en zig-zag y otras necedades parecidas.

Gregorio tiene una gran responsabilidad. Que Dios reparta suerte.

José Joaquín León