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UNA de las claves para frenar la pandemia del coronavirus en China (donde la consideran liquidada, sin segunda ola) fue la desinfección de los espacios públicos y la limpieza a fondo de las calles. Sorprende que Sevilla esté tan sucia. Más aún por las promesas incumplidas. Ya no se acordarán, pero en noviembre de 2017 (un año y medio antes de las elecciones municipales), el alcalde Juan Espadas presentó una campaña de limpieza de Lipasam. Con un lema que se podía considerar ambicioso, quizás utópico: “¿Hacemos de Sevilla la ciudad más limpia?”. Entonces dijo el alcalde que ese sería el objetivo: “Que Sevilla sea no sólo una ciudad más limpia, sino la ciudad más limpìa”. Incluso lo calificó como “un reto global”. Por lo que se puede suponer que debería ser no sólo la ciudad más limpia de España, sino del globo mundial.

Desde entonces, han pasado las elecciones municipales, no vimos procesiones de Semana Santa ni Feria en 2020, no vienen turistas chinos ni americanos, y ya vamos por la segunda ola del coronavirus. Se puede valorar si aquella campaña de publicidad de Lipasam ha conseguido efectos positivos, o fue un gasto inútil. También se podría valorar si los ciudadanos y las ciudadanas, a quienes se dirigía se dieron por aludidos. “Contigo es posible”, decía un lema de los folletos que repartieron. ¿Hay más colaboración?

Fue curioso que en esta campaña de autobombo municipal implicaron a la llamada sociedad civil, incluso al Consejo de Cofradías, cuyo presidente de entonces, Joaquín Sainz de la Maza, aparecía en las imágenes difundidas junto a políticos del PSOE (sin que eso signifique nada, por supuesto), empleados de Lipasam, representantes del Sevilla y el Betis, asociaciones de vecinos, o empresarios del comercio, la hostelería y el turismo, que acudieron a la presentación. Al incluir a estos representantes (y no a otros, como las academias o los libreros) se estaba significando cuáles son los sectores y gremios a los que apretar para conseguir ese objetivo.

Espadas pidió “un margen de tiempo” para ver los resultados del zafarrancho de choque y la campaña de Lipasam. Han pasado ya casi tres años. A la pregunta de si Sevilla está más limpia o más sucia que en 2017, la mayoría de la gente participativa en ese tipo de consultas respondería que “igual”. No se ha notado demasiado, a pesar de la buena voluntad, que no se discute. La diferencia es que ahora no están en la previa de unas elecciones, ni buscando votos, sino que tener la ciudad más limpia es una exigencia de higiene y de salud, es una prioridad para Sevilla.

José Joaquín León