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ES curioso que mientras se habla mucho (aunque, lógicamente, sin concretar nada) de la Semana Santa y la Feria de 2021, se trata con más discreción el futuro de la Cabalgata de los Reyes Magos, prevista para casi cuatro meses antes. Están nombrados, en las personas de Salvador Morales, Ricardo Astorga y Monchi. El presidente del Ateneo, Alberto Máximo Pérez Calero, ha sido prudente, no se ha precipitado, y ha dejado muy claro que trataría de aprovechar todo lo posible para el siguiente año de 2022. Cuando Dios quiera que hayamos recuperado la verdadera normalidad festiva. Es obvio que ya se puede dar por supuesto que la Cabalgata no va a salir a las calles de Sevilla, aunque la decisión de suspenderla se adopte oficialmente a comienzos de octubre.

A favor de la celebración se podría esgrimir que recorre calles y avenidas amplias, y que podrían cambiar el itinerario prescindiendo del recorrido por el interior del casco antiguo. Quizás pudieran acotar las calles, aunque eso obligaría a disponer de un enorme dispositivo disuasorio para un público en el que hay miles de niños.Pueden dar otros argumentos para mantenerla (sentimentales más que realistas), pero son débiles frente a los evidentes riesgos. Además no sólo los asumiría el Ateneo, sino especialmente el Ayuntamiento, que sería responsable de lo que suceda en las calles. Juan Carlos Cabrera no puede aceptarlo, por mucho que le gustaría.

La Cabalgata de los Reyes Magos origina la mayor concentración de público en un solo evento, a lo largo del año, en las calles de Sevilla. Además de que lanzan unos 6.000 kilos de caramelos, con las tradicionales escenas que conocemos. Como dijo José Jesús García Díaz, la Cabalgata son los niños y los caramelos. Una combinación de altísimo riesgo en las circunstancias actuales. Hay que buscar alternativas, pero sin un cortejo multitudinario.

Esta celebración es el remate de las fiestas navideñas, lo que tampoco se puede olvidar. Para los comerciantes sevillanos es la temporada alta de ventas. La Navidad se utiliza como señuelo para atraer a miles de personas a los comercios de Sevilla, en particular al centro histórico y a los centros comerciales. Proyectos como el Lagoh o Torre Sevilla fueron concebidos a sabiendas de que la Navidad sería lo más fuerte de su campaña. Las pérdidas graves que pueden sufrir no son sentimentales y emotivas, sino económicas, con impacto directo en el empleo. Hace falta un Plan de Reconstrucción de la Navidad en Sevilla ya, para que el alcalde Espadas lo ponga en marcha antes de las lamentaciones.

José Joaquín León