SE recordará a don Manuel Olivencia como un sabio del siglo XX y parte del siglo XXI. Se le recordará con el don por delante, como título de una estirpe, de un señorío intelectual que en general se ha perdido con el tiempo, hasta resultar rarísimo. Igual que Clavero Arévalo y otros míticos profesores de la antigua Facultad de Derecho, consagraron su vida a la Universidad, pero no como un medio burocrático de vida, sino como un modo de enseñar y crear discípulos. Entre ellos, estuvieron significativos políticos de la Transición. Ese carisma de maestro se le fue acrisolando, aún más, con el pasar del tiempo. Pero nunca fue un viejo profesor, porque en Olivencia todo era actual, vivo, quizá permanente.

ESTA noticia también parece una inocentada. Menos mal que el pacto lo han presentado un día después. Varias veces se ha publicado que el proyecto de las Atarazanas ya tenía consenso. Pero no había manera de que se cerrara. Ayer la Junta, el Ayuntamiento, la Fundación La Caixa y la asociación del patrimonio Adepa lo sellaron y explicaron. Es lógico que Miguel Ángel Vázquez, Juan Espadas, Rafael Herrador y Joaquín Egea estuvieran satisfechos. Antes, en esas circunstancias, se diría que habían fumado la pipa de la paz. Pero ya no se ve fumando pipas ni a Rajoy.

VERDADERAMENTE triste me parece lo que ha ocurrido con Eduardo Berizzo. De paso, ha dejado al descubierto la hipocresía de nuestro fútbol. Lo han echado de su trabajo, y se ha quedado en el paro, cuando apenas habían pasado tres semanas de su operación de un cáncer de próstata. Casos como éste nos sirven para valorar mejor la gran labor que realizan las mujeres en las asociaciones de afectadas por cáncer de mama. ¿Se imaginan el escándalo que se hubiera montado, si echan de su club a una entrenadora deportiva recién operada de cáncer de mama? ¿Qué diría Susana Díaz? Con Berizzo se ha extendido una cortina de cobardía y complicidad. Es uno de los motivos por los que el cáncer de próstata es asumido por muchos hombres en silencio. Al menos, se ahorran el falserío de los hipócritas.

LA noticia del nuevo escudo de Sevilla parece una inocentada, pero es verdadera. El escudo tiene un diseño que estéticamente puede ser opinable. No obstante, cuenta con todos los avíos históricos que se esperan, incluidos los santos, los títulos que ostenta, y el Nomadejado. A diferencia de las nuevas calles de la Memoria Histórica, aprobadas con los votos de todos los grupos, el escudo ha sido apoyado por el bloque constitucional del PSOE, PP y Ciudadanos, que expresaron el sentir mayoritario de los sevillanos. En tal sentido, que lo voten el PP y Ciudadanos debería ser normal. Hay que congratularse de que el PSOE, con el criterio sensato de Juan Espadas, se haya apartado de los tintes demagógicos y podemitas que los socialistas han adoptado en otras ciudades.

APROVECHAR la plataforma del tranvía de Dos Hermanas para darles cobazo con un bus (ecológico, faltaría más) que los conecte con la línea 1 del Metro de Sevilla. Ese sería el acuerdo entre la Junta y el Ayuntamiento de los nazarenos. El PP e IU han criticado al alcalde eterno, Francisco Toscano, por tragárselo, cuando la Junta está repartiendo tranvías por los municipios andaluces de cierta importancia. En Dos Hermanas viven más habitantes que en algunas capitales andaluzas. Y ahí está la realidad de Alcalá, mírala, que es otro caso digno de consideración. Pero esas discusiones políticas se deben situar en un marco de más altas miras, como es el rol de Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra en el futuro metropolitano de la Gran Sevilla.