AL ministro de Transportes, Óscar Puente, lo tienen ya en el punto de mira la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla. Es un ministro peculiar, con una parte buena y otra mala. La buena es que suele decir lo que piensa y miente menos que otros compañeros de Gobierno. La mala es que se comporta con una chulería y grosería impropias de un alto cargo institucional. Es un señor de Valladolid que saltó a la fama como dóberman de Pedro Sánchez en el debate de la fallida investidura de Feijóo. Desde entonces, el presidente lo utiliza para que diga lo que otros socialistas callan. Y, como no tiene remilgos, y le importa un pito pito gorgorito lo que piensen los demás, va soltando lo de trazo grueso. Así ha dicho que el AVE a Huelva, como el de Cádiz, no se hace porque no sería rentable. Y no lo dice por ocurrencia, sino porque las inversiones en AVE van a disminuir.

SEVILLANOS y sevillanas, titulares de casetas y de carruajes, votantes todos: la Feria ha terminado. Aquí había más gente que en la plaza de Oriente. Aunque no todos habían llegado en autobuses, porque a ciertas horas parecía imposible. Ahora estamos en la semana después. Ahora estamos en la semana de las votaciones. A votar, a votar, y a votar… Autodeterminación para las sevillanas con un color especial. Y también se vota para elegir a los triunfadores. Los jurados de la Real Maestranza y El Corte Inglés ya se han pronunciado. Daniel Luque ha sido proclamado el triunfador de la Feria y Juan Ortega el autor de la mejor faena. De la mejor faena taurina, por supuesto. Pero todavía ningún jurado le ha dado un premio al otro gran triunfador de la Feria. Me refiero a Juanma Moreno, que triunfó en la caseta del sindicato CCOO, donde hasta le gritaron “¡guapo, guapo, y guapo!”.

SE suele recordar que la Feria de Sevilla fue ideada por un catalán, Narciso Bonaplata, y un vasco, José María Ybarra. Por supuesto, no eran un catalán y un vasco independentistas, ni la Feria ganadera de 1847, con sus 19 casetas en el Prado, era como la de 2024. Sin embargo, parece que tenemos una especial querencia por el derecho a decidir la Feria. Cada vez que llega un nuevo alcalde, inicia su procés para que la gente vote. Con el deseo de un cambio, que no se atreven a ordenar por las buenas. Pasó con Juan Espadas, que era y es del PSOE (aunque ahora es más sanchista que en sus tiempos de alcalde), y va a pasar con José Luis Sanz, que es del PP. Así la Feria va a ser la envidia de Puigdemont, que confunde a Cataluña con su caseta.

LA primavera sevillana no se entiende sin la información meteorológica. De todos y todas es conocida la importancia que alcanza en la Semana Santa. Ser meteorólogo en esos días se puede considerar como una profesión de alto riesgo. No sólo por el desprestigio de equivocarse, sino por las críticas posteriores. Pues cuando se acierta al salir una cofradía es gracias al hermano mayor, y cuando se equivocan y se mojan es por culpa del meteorólogo. En la Feria también se mira al cielo, pero menos. Y, cuando llueve, se dice que ha servido para asentar el albero, o para que caigan varias docenas de farolillos, todos los cuales serán repuestos, gracias a la eficiencia del Ayuntamiento, que debe disponer de farolillos para cuatro ferias. En Sevilla, meteorólogos habrá, pero como José Antonio Maldonado, ninguno.

HOY sale la gabarra por la ría del Nervión, en Bilbao, para festejar la Copa del Rey que ganó el Athletic. Todavía colea la final. Y recordemos que no será la última en La Cartuja. Las cinco últimas se han disputado allí. Y la de 2025 se jugará en ese estadio, según el acuerdo por cuatro temporadas, ampliado en dos más, al que llegaron la Junta de Andalucía y la Real Federación Española de Fútbol. La final anterior al acuerdo, la de 2019, también se disputó en Sevilla, en el estadio Benito Villamarín, y la ganó el Valencia por 2-1 al FC Barcelona. A partir de entonces, La Cartuja se convirtió en el estadio de la final de Copa. Todo lo cual ha sido para bien (un chaparrón de millones para los hoteles, restaurantes, bares y comercios de Sevilla) y para mal (servicios desbordados). La diferencia de este año es que vino más público.