AL edificio de la Casa de Iberoamérica en Cádiz todavía se le conoce como la Cárcel. Lo mismo pasa con la plaza de toros, los cuarteles y otros edificios que…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
A la gastronomía sevillana la tienen discriminada en las guías, así se encomienden a Dios o al diablo. En la Guía Michelín, Sevilla y su provincia se quedaron entre las peores de Andalucía. Y lo más chocante es que la Guía Repsol ha inventado este año unos soletes de Navidad…
UNO de los motivos por los que Pedro Sánchez consiguió la presidencia del Gobierno fue el miedo a Vox. La posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo necesitara un pacto con Vox para gobernar, según auguraban las encuestas, impulsó el voto del miedo, con una movilización del electorado socialista. Y quizás…

AL edificio de la Casa de Iberoamérica en Cádiz todavía se le conoce como la Cárcel. Lo mismo pasa con la plaza de toros, los cuarteles y otros edificios que no existen. Con la diferencia de que la antigua cárcel sí existe. Gracias al Ayuntamiento, que es su propietario, el edificio fue reconstruido, en una rehabilitación modélica, y se utilizó para el Bicentenario de la Constitución de 1812. Entonces fue el escenario de los actos más solemnes, algo así como el espacio emblemático. Y para gestionarlo fue creada la sociedad Cádiz 2012, dependiente del Ayuntamiento, que aún existe, y que se considera un problema. ¿Para qué sirve, en 2025, una sociedad que se denomina Cádiz 2012?
A la gastronomía sevillana la tienen discriminada en las guías, así se encomienden a Dios o al diablo. En la Guía Michelín, Sevilla y su provincia se quedaron entre las peores de Andalucía. Y lo más chocante es que la Guía Repsol ha inventado este año unos soletes de Navidad para repostería de conventos de clausura españoles, en los que han incluido a 27 de la península y las islas. Entre ellos, sólo uno de Sevilla y su provincia: el de las jerónimas de Santa Paula, del que destacan que son especialistas en “elaboraciones frutales, como las cremas, las mermeladas y las gelatinas”. Y los dulces de membrillo, se podría precisar, que junto a las mermeladas es lo que les ha dado más fama.
PODRÍA escribir (y lo escribo) que el alcalde Bruno progresa adecuadamente, en materia de iluminación navideña en Cádiz. Puede que la de este año sea la mejor del siglo XXI, a pesar de las quejas por la plaza Mina y la calle Valverde. Siendo un dato positivo, no era de una dificultad extrema, ya que en los tiempos de la alcaldesa Teófila lo cuidaba con moderación más bien austera, y en los tiempos del alcalde Kichi se practicaba el oscurantismo navideño y hasta alguna vez no se iluminó a tiempo. Hay que tener en cuenta que a los aguafiestas que no celebran la Navidad no les gusta que se iluminen las calles. Creen que los demás se deben sentir tan tristes como ellos. Y a los fariseos que dicen que ese dinero se podría dedicar a los pobres se les puede recomendar la lectura del Santo Evangelio según San Lucas. En el pasaje del frasco de perfume de la Magdalena, donde se responde a ese asunto con palabras de Nuestro Señor Jesucristo, cuyo natalicio se celebra.
TENER un hijo es más difícil que escribir un libro y plantar un árbol, en los tiempos que vivimos. Antes no, antes España era diferente. Era un país de reprimidos y reprimidas, según decían los progres de los años 80, que hicieron la revolución sexual con 15 años de retraso respecto al mayo del 69. Pero era un país de familias numerosas. Para ganar el premio de natalidad, había que tener 20 hijos, o algo así, y te invitaban al palacio del Pardo, para una foto con el Generalísimo Innombrable. Las familias eran numerosas a partir de los cuatro hijos. Les concedían ventajas, descuentos, y becas para los estudios. Ahora también hay ventajas, pero no hay hijos. Es verdad que faltan pisos para jóvenes, y ciertos actos no se deben hacer en plena calle, o en un parque.
UNO de los motivos por los que Pedro Sánchez consiguió la presidencia del Gobierno fue el miedo a Vox. La posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo necesitara un pacto con Vox para gobernar, según auguraban las encuestas, impulsó el voto del miedo, con una movilización del electorado socialista. Y quizás algún cambio de voto moderado. Le salió bien la jugada, porque le permitió un pacto Frankenstein con los partidos progresistas, o plurinacionales, o lo que sea ese conglomerado que montó para que no gobernase el PP con el apoyo de Vox. Era la línea roja que no se podía pasar, no era ético pactar con la extrema derecha.