EN la ciudad de Cádiz cada año hay más perros y menos niños. Eso se refleja en las estadísticas del INE, en las meadas callejeras y en el cierre de colegios, ya que todavía no es obligatoria la educación canina general básica. Así pudiera ocurrir que, en las próximas décadas, en Cádiz todas las playas sean caninas, excepto alguna en la que se reservaría un espacio para personas humanas. Dicho espacio, a su vez, se debería subdividir entre personas humanas nudistas y personas humanas textiles. Por lo que algunos de nuestros lectores y lectoras (entre los que todavía no hay ningún perro ni perra) sólo se podrían bañar en algún módulo de la playa Victoria. O en dos, con un poco de suerte.

A los problemas crónicos de las piedras gaditanas se suma el desinterés y la la falta de cuidados del Ayuntamiento en los últimos años. Ya he escrito en otras ocasiones que Cádiz está habaneada (es decir, con un deterioro y decadencia como el de la capital cubana), y que los ocho años de abandono del kichismo y sus compadres de AIG se notan más con el paso del tiempo. Es como si uno vive en una casa palacio y no le hace obras durante muchos años. Se termina convirtiendo en una infravivienda. Cádiz es como una Casa Lasquetty, que fue un palacio y después se convirtió en infravivienda, por lo que necesitaba una rehabilitación de la Junta de Andalucía. Cádiz necesita una financiación singular del Gobierno central y de la Junta, porque a Cádiz se le viene la casa abajo.

LA Puerta de Tierra no es una excepción. Es lógico y natural que sufra problemas de conservación, agravados por el abandono de los últimos años. En Cádiz se cae todo piedra a piedra. A lo largo de su historia, han sido frecuentes las restauraciones de las murallas y demás piedras gaditanas, que necesitan constante atención. Por el clima húmedo y las características de la pedrería gaditana. Cualquiera que pase por las hemerotecas para ver diarios antiguos, o consulte las guías de Rosetty del siglo XIX, comprobará que este es un problema constante. Reciente está la apertura del Paseo del Vendaval tras las obras, o los trabajos en el baluarte de la Candelaria para consolidar las salas y casamatas. Y ahora, las filtraciones y grietas en las Puertas de Tierra y sus bóvedas.

LO he comentado en otras ocasiones: en la capital gaditana y su entorno de la Bahía, el Cádiz CF es algo más que un club. El fútbol de Primera era la principal distracción de esta comarca, ya que el ambiente del verano no continúa en invierno. Y, aunque se suele decir que todo el año es Carnaval, se trata de una afirmación falsa, porque sólo interesa de verdad en enero y febrero. Así que el fútbol, con el Cádiz CF, es importante. Y será una desgracia si se apalanca en la Segunda División, o vuelve a hundirse en el pozo de la Segunda B, de donde acaban de salir el Málaga y el Córdoba, dos clubs de dos ciudades andaluzas más habitadas que Cádiz. Y también el Deportivo de La Coruña, que incluso ganó títulos nacionales y disputó la Champions.

ADIÓS, bye, bye, agosto se acaba, con un cielo gris y un aire fresco en sus últimas mañanas, que presagian el acercamiento del otoño. Y con atardeceres más breves en la Caleta, mientras se prepara la caballa para el entierro. Sabemos lo que eso supone: Cádiz volverá a sus plataformas vecinales, y se quedará sin la población postiza que la acompaña en el mes de las vacaciones, cuando más se parece a lo que fue. Y así llega un momento para la reflexión sobre qué Cádiz hace falta. ¿Uno con más habitantes, como en agosto? ¿O uno con menos habitantes, como el que se viene abajo durante el otoño y el invierno? ¿Queremos un Cádiz sólo para los gaditanos o una ciudad abierta?