EN la ciudad de Cádiz hubo mucha afición al teatro, sobre todo en los siglos pasados. La gala de los premios Max, que se celebró el lunes, en el Gran Teatro Falla, se puede valorar como un reconocimiento a ese papel histórico. La gala de los premios Max es importante, pero RTVE la televisó en La 2, porque en la 1 estaban con Aquí la Tierra, el Telediario y el MasterChef. No alcanza ni de lejos la difusión de los premios Goya. Aunque, como aquí gusta mucho un evento, ha venido bien, con presentadores gaditanos, como José Troncoso y Ana López Segovia incluidos. Puede ayudar a fomentar un poco más el teatro en Cádiz, que falta hace. El único premio concedido a algo gaditano fue el Maximino de honor para la Tía Norica, que es un teatro de títeres.
UNA de las mayores aportaciones de Kichi a la historia de Cádiz ha sido cambiar el nombre del estadio Carranza para denominarlo Nuevo Mirandilla. Aportaciones de más enjundias y obras públicas significativas no ha realizado ninguna. Pero buscar motivos de enfrentamiento y división entre los gaditanos ha sido una de sus ocupaciones. En consonancia con esa actitud, se va a despedir con una última parida, que es de lo más cutre: ha salido a licitación por 28.000 euros (exactamente 27.931,99 euros) el cambio de rotulación del estadio, para que se le imponga la denominación de Nuevo Mirandilla. Y han establecido un plazo de ejecución de los trabajos de un mes. Como se ha publicado, eso significa que se debería terminar antes del 28 de mayo, día de las elecciones municipales.
LA Semana Santa ha funcionado muy bien para el turismo en Cádiz capital y en la provincia. Ese es el mensaje que ha quedado. Ha estado favorecida por el tiempo, que ha permitido salir a todas las cofradías (menos a la Oración en el Huerto, que sigue intervenida), y que también ha ayudado para disfrutar de las playas, a pesar del viento de levante, que siempre es mejor en estas fechas que el poniente. Este último matiz es importante. En Cádiz pasa como en Málaga: se puede tener una buena Semana Santa, desde el punto de vista cofrade, y/o también ir a la playa. Eso vale más para los turistas. En Cádiz ya se sabe que no hace falta ir a la playa en Semana Santa, pues se dispone de suficiente tiempo hasta el otoño inclusive para jartarse de playitas y ponerse todo lo moreno o morena que cada cual desee. En Semana Santa, un gadita como Dios manda no va a la playa, pero hay gente para todo.
VIENDO al Cristo de la Buena Muerte en las viejas fotos, me acuerdo de ti, José Ramón del Río. Has dejado de escribir artículos en el Diario por voluntad propia, porque en nuestras vidas también la Semana Santa personal va avanzando y las cruces del tiempo cada año pesan más. Este artículo deberías escribirlo tú, pero yo tomo el relevo en el palo. Al fondo parece que suena el martillo, que rasga los silencios. Tú sabes que el Viernes Santo representa lo más señorial de la Semana Santa. Era el día del sermón de las Siete Palabras, con el recuerdo del Cádiz dieciochesco que fue capaz de encargar Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz a Haydn. Era el día del Cristo de la Buena Muerte, en cuya hermandad se integraron algunos de los más cualificados profesionales de Cádiz. Era el día de recordar al marqués de Valde-Íñigo y a Cayetano del Toro, un Cádiz perdido, que se ha vulgarizado, a veces hasta ser irreconocible.
HUBO un tiempo en que la capilla del Caminito era como una ermita, situada a las afueras de la ciudad. Hubo un tiempo en que no existía el barrio de San Carlos (quizás el más oculto de Cádiz). Hubo un tiempo en que el mar llegaba más lejos, o más cerca de la ciudad, según se mire. Y se miraría desde los miradores de las torres alzadas para aguardar a las goletas y los bergantines que volverían de América. En aquella capilla pequeña, que aún parece una ermita, el marqués de Estrada y otros devotos fundaron en septiembre de 1748 el Rosario Público de las Angustias, el germen de la cofradía que hoy sale a las calles de Cádiz.