PARA la ciudad de Cádiz el descenso del Cádiz CF es terrible. El fútbol es la única distracción que importa en la ciudad, sobre todo cuando no estamos en Carnaval o Semana Santa. Para otros deportes no hay ni pabellón Portillo. A los espectáculos de pago se asiste o no, según. A los actos culturales van siempre los mismos y se considera un éxito cuando hay más de 40 personas. Para ser la Capital Mundial del Libro, como Estrasburgo y Río de Janeiro, lo primero sería leer; y no se debe leer mucho cuando las librerías cierran y nadie quiere editar si no lo paga el escritor. Tampoco hay colas para investigar en las bibliotecas. Con lo cual vemos que la verdadera afición es: fútbol o fútbol.
LA provincia de Cádiz está considerada como la tercera más rociera, tras Huelva y Sevilla (o Sevilla y Huelva), pero esa clasificación admite matices. Hermandades del Rocío hay en los cuatro puntos cardinales de la provincia. No obstante, está fuera de dudas que la primacía rociera la tienen Sanlúcar de Barrameda (que además es el punto de embarque para cruzar en Bajo de Guía) y Jerez de la Frontera. La comarca del vino, se podría decir, porque El Puerto de Santa María, y la costa noroeste, con Rota y Chipiona, incluso Arcos, son las de mayor arraigo. En la Bahía de Cádiz también hay devoción rociera, pero sin ser la predominante, si se compara con otras fiestas. Y es un caso aparte la capital.
SEÑORAS y señores, es la oportunidad. En estos momentos se dan las condiciones para cepillarse a Puigdemont y que deje de dar por saco en Cataluña y en España. Llevamos casi siete años hablando de este prófugo, que intenta resistir con otro chantaje a Pedro Sánchez: la presidencia de la Generalitat para Puigdemont, a cambio de tres años de paz en la Moncloa para Sánchez. Pero esas suposiciones de Puigdemont son puro realismo mágico, una fantasía. Y lo peor para él no es eso. Se lo pueden a cargar (políticamente hablando) en Cataluña. Los históricos de CiU, como Miquel Roca Junyent, ya están hartos y lanzan las primeras piedras.
A muchos gaditanos y gaditanas les importa poco que se pierdan dos o tres hoteles por el camino de la burocracia. Pero se formaría la marimorena si se perdiera una bandera azul de nuestras playas. Eso lo debe tener claro el alcalde Bruno, como así sucede con sus compañeros munícipes del litoral gaditano. Por eso, es una buena noticia que hayan mantenido 30 banderas azules en la costa provincial, aunque se quedan como estaban, con la excepción de Tres Piedras en Chipiona, que ha perdido su bandera, como se perdió el barco del arroz. En la capital gaditana no se ha perdido ninguna, se han mantenido las cuatro; Cortadura, La Victoria, Santa María del Mar y La Caleta. Se han mantenido, de momento, pues ya veremos el año que viene.
LA ciudad de Cádiz es como es. No tiene terrenos para agricultura, y limita su industria a la ya existente, con el Puerto (que va a ampliar su terminal de contenedores) y los astilleros (ahora especializados en reparaciones), además de la Zona Franca, que sirve para lo que sirve, y para algunas cosas que en otras ciudades se ubican en las periferias, y que no son totalmente industriales, como supermercados, gasolineras o tanatorios. Todo aporta empleo, es verdad. No obstante, la ciudad de Cádiz, por sus especiales características, su historia, su patrimonio artístico y sus playas, debe entender que el turismo es su principal fuente de riqueza. Y no entenderlo es propio de ingenuos, por no decir de idiotas.