DESDE el siglo pasado se habla y se escribe de la gran ciudad de la Bahía de Cádiz. Es como el castillo de San Sebastián, el hospital de Puntales, o el edificio de Valcárcel, que aparecen de vez en cuando entre los temas de actualidad locales, y desaparecen sin dejar huella a los pocos días. La gran ciudad de la Bahía estuvo en el centro de las polémicas a finales del siglo pasado. Cuando Alfonso Perales era consejero en la Junta de Andalucía intentó activar las áreas metropolitanas, entre ellas, la de la Bahía de Cádiz, la del entorno de Sevilla y la Costa del Sol malagueña, que son las tres grandes áreas metropolitanas de Andalucía. De aquellos intentos quedaron algunas mancomunidades y algunas colocaciones.

RESULTA sorprendente que en Cádiz apenas se hable de innovación y desarrollo. Investigar, lo que se dice investigar, se investiga en algunos laboratorios de la Universidad de Cádiz, que ha participado en proyectos importantes. Pero en la UCA, lamentablemente, lo que más llega a la opinión pública es el conflicto de Valcárcel para trasladar una facultad de Puerto Real a Cádiz. Es curioso, porque en Málaga presumen mucho de su parque tecnológico, y en Sevilla de las investigaciones en La Cartuja. Y así en otras ciudades andaluzas. El Ayuntamiento de Granada presentó un proyecto para convertirla en “ciudad de la ciencia y la innovación”. Y todo en ese plan. Por eso, llamó la atención el Foro de Economía Azul que organizó la Zona Franca de Cádiz, que debería marcar un punto de inflexión.

AL morir los escritores, las editoriales suelen tener el fino detalle de reeditar sus mejores obras. Esperemos que suceda esto con Antonio Burgos. Y no por un oportunismo fúnebre, sino porque ya no podrá aumentar una aportación tan sobresaliente para nuestra Andalucía. Entre sus obras, siempre destacarán las sevillanas. Pero tampoco se deben olvidar las gaditanas. El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla publicó en 2018, en su colección de bolsillo, un libro titulado Discursos entre Sevilla y Cádiz, de Antonio Burgos. Incluía seis textos sobre Sevilla y nueve textos sobre Cádiz, rematados con el Pregón del Carnaval de 1988. En ellos, está el espíritu del mejor Burgos. Como lo está en las antologías de sus artículos.

SIEMPRE se consideró gaditano en Cádiz, aunque era sevillano. Siempre consideró que Cádiz le había tratado con más cariño que Sevilla, y lo dijo muchas veces. Antonio Burgos no quiso una calle en la ciudad donde nació, cuando el proceso se puso en marcha lo frenó, pero estaba orgulloso de tenerla junto a la Caleta, en el rompeolas de su Cádiz viñero, y de ser Hijo Adoptivo gaditano. Yo, que tantas veces vi de cerca su amor por Cádiz, podría escribir mil y un artículos sobre la gaditanía de Antonio Burgos, pero hoy sólo voy a recordar algunas de sus aportaciones gaditanas esenciales, que nos deben quedar en el recuerdo:

DESDE hace muchos años, no se ha visto aquí una obra pública con tanta celeridad como la del Eurovelo 8, entre Cádiz y San Fernando. Habían protestado los ecologistas, pidiendo la paralización de las obras, y antes de que dijeran pío, pío los chorlitejos, ya estaban terminadas. Sanseacabó… Han quedado bastante bien. Y, si algunos de los protestantes se dan una vueltecita por allí, verán que ya hay ciclistas, runners y caminantes. Y que las dunas de Cortadura están cercadas y no se pueden pisotear, ni convertirse en refugio para el vicio, como antes. En este caso, la Junta de Andalucía se ha comportado como era debido. La obra tenía el dinero europeo concedido por Bruselas. Así que vámonos que nos vamos.