HOY se cumplen dos años desde las elecciones municipales en las que el PP recuperó la Alcaldía de Cádiz. La lista encabezada por Bruno García ganó por la mínima. Consiguió 14 concejales de los 27 que forman el Ayuntamiento. El PSOE obtuvo 7 ediles y Adelante Izquierda Gaditana se quedó con 6. La lista de los sucesores de Kichi pasó a ser la tercera. Y eso no está de más recordarlo, porque ni siquiera son el principal grupo de la oposición, a la que se supone liderada por el PSOE. El PP ganó por los pelos. En el último concejal estuvo su triunfo y la recuperación del Ayuntamiento. Y ese detalle de la victoria mínima es el más importante de todos. El alcalde, Bruno García, lo ha tenido en cuenta.

En estos dos años del Ayuntamiento ya se puede valorar su trayectoria. Y es verdad que Bruno, en algunos momentos, ha dado la impresión de congraciarse más con la izquierda que con sus electores. Es decir, buscar el cariño del rival, aunque sin renunciar a lo básico de su programa y sus ideas. Y así ha intentado algunos acuerdos. Y sobre todo ha tenido un talante abierto. Cádiz es una ciudad de centro izquierda. Cádiz es la ciudad menos de derechas de las capitales andaluzas. Vox no tiene concejales. Tanto Teófila Martínez en su momento, como ahora Bruno García, gobiernan con algunos votos de izquierda prestados. Porque todo el mundo sabe cómo ha gobernado la izquierda en Cádiz. No por sus ideas, sino por su incompetencia.

A Bruno García le perjudica que la Junta de Andalucía le sigue dando capotazos a Cádiz. Mejores intenciones, sí, pero todavía no han operado a ningún enfermo en el nuevo hospital, ni han condenado a nadie en la nueva Ciudad de la Justicia, ni ha aprobado ningún estudiante en el nuevo Valcárcel. Cádiz no necesita runrun, sino obreros. No obstante, el Ayuntamiento funciona de otro modo. Incluso parece un Ayuntamiento, no como antes. Se ven algunas obras. Se ven inversiones. Han desbloqueado proyectos antiguos, como el hotel del estadio, y se está intentando solucionar lo de Puerto América. Todos los pisos construidos se venden. Y el turismo es muy criticado, pero aporta empleo y consumo.

Se atisban brotes verdes, como dijo Zapatero. Aunque queda mucho por hacer. También es cierto que al llegar se encontró demasiados problemas pendientes. En los dos próximos años, Bruno García debe mirar hacia delante, sabiendo que en 2027 el futuro de Cádiz volverá a estar en el juego de las urnas. Y que ningún alcalde democrático ha durado en Cádiz menos de ocho años.

José Joaquín León