AL abordar el problema de la vivienda en Cádiz uno de los grandes inconvenientes es el desajuste de la realidad. En los últimos años han proliferado los pisos turísticos. Raro es el día que no se publica algo en el Diario diciendo que se han limitado, que se están limitando, que se van a limitar por unos años, que van a cambiar otra vez el PGOU que se cambia cada poco tiempo para nada, y no se sabe qué más. Y después ocurre que la realidad está por encima de los deseos. La realidad de la vivienda en Cádiz está al margen de los deseos de los que quieren que les regalen los pisos; o sencillamente que sean buenos, bonitos y baratos. Y algunos que critican la vivienda en Cádiz hasta forman parte del problema y tienen pisos turísticos de su propiedad.

En Cádiz sólo hubo alquileres baratos en los tiempos de Franco. A pesar de que era una dictadura y políticamente no se puede justificar. Pero por cuatro perras gordas, con la ley de arrendamientos urbanos de entonces, se vivía en el centro histórico de Cádiz. Los caseros iban a su bola, los vecinos tenían un piso a precio módico. Había partiditos e infraviviendas. Había asustaviejas... La realidad de la vivienda en Cádiz pasó por ahí.

El partido que se cargó los antiguos alquileres, ya en la democracia, fue el PSOE. En tiempos de Felipe González, con su ministro Miguel Boyer. Este señor era socialista (o eso decía) y marido de Isabel Preysler. El mismo que expropió Rumasa. Pues bien, este señor ministro convirtió a Franco en marxista comparado con él. Porque la gente compraba pisos para hacer negocios y quería que subieran los precios de los alquileres.

A ello se añade que en Cádiz hay pocos fondos buitres, que sepamos. Y que en Cádiz no abundan los multimillonarios. Y que los hoteles no tienen nada que ver con los pisos turísticos. En Cádiz hay propietarios de clase media que invirtieron sus ahorros en pisos. Y que se los alquilaban a maestros o estudiantes (según la calidad del piso), y en verano a los veraneantes, que era como se llamaba a los turistas de Sevilla, Córdoba, Jerez o Badajoz que alquilaban esos pisos para venirse un mes a la playa. O menos tiempo, según fueron subiendo los precios.

Esto sucedió en los entornos del Paseo Marítimo y la Avenida, pero después se extendió por la ciudad y llegó al casco antiguo. En Cádiz hubo (y aún hay) pisos turísticos con los que subsisten familias gaditanas. Y esto es difícil de erradicar, porque hecha la ley se busca la trampa. Y algunos de los que van de progres por la vida  alquilan sus pisos a turistas y después se quejan.

José Joaquín León