SIEMPRE que se habla o escribe de Manuel de Falla aparece por algún lado que la gente lo considera granadino, a pesar de que nació y vivió sus primeros años en Cádiz. También salió, de pasada, este típico tópico en Unicaja, en la presentación del libro El árbol sonoro de Manuel de Falla, que ha escrito el poeta, musicólogo y académico gaditano José Ramón Ripoll, otro que gran parte de su carrera la ha hecho en Madrid. Para cualquier persona de la cultura gaditana lo peor que puede hacer es quedarse en Cádiz perpetuamente. Y eso valía también para Manuel de Falla, que no sólo vivió en Cádiz y en Granada, sino en otras ciudades y países que le dieron su universalidad.

El libro de Ripoll ha sido editado por el Instituto Cervantes, cuyo director, Luis García Montero, ha escrito el prólogo. Poeta granadino, por cierto, y residente en Madrid, como casi todos los poetas que han triunfado. Suponiendo que un poeta puede triunfar hoy en día. De los pocos que no se ha ido a Madrid es Juanjo Téllez, que le hizo una presentación brillantísima a Ripoll, con un texto cuidado que leyó, antes de fugarse, e irse a otro acto en Jerez. Y esa fuga de Téllez tuvo su encanto, confirmó que la gente de la cultura va por Cádiz como en el juego de la oca y tiro porque me toca.

Pero no sólo quería hablar de José Ramón Ripoll y su libro, que es un excelente análisis sobre Falla, y sobre la generación del 27 y los músicos del primer tercio del siglo XX. De los tiempos aquellos, los anteriores a la guerra civil que lo jodió todo, con el exilio y la ruptura del franquismo. El acto del lunes pasado tuvo la suerte de contar con la pianista japonesa Azumi Nishisawa. Es un lujo para Cádiz que se haya enamorado de la ciudad donde nació Falla, del que es una gran intérprete y la presidenta de su Asociación en Japón, lo que no le impide ser académica de Bellas Artes en Cádiz y amiga de Hans Josef Artz, su introductor en la sociedad gaditana. Azumi toca a Manuel de Falla como si ella también hubiera nacido en la plaza de Mina, o en la de San Antonio, donde el Casino Gaditano sigue con telarañas a la espera de una vida mejor. Ese Cádiz al que le importa poco su cultura tiene a Azumi como un lujo llegado de Oriente, como una reina maga del piano. Mañana, por cierto, toca en el Gran Teatro Falla, junto con la Orquesta de la Universidad de Cádiz y la guitarrista Ana Santisteban.

El gran problema cultural gaditano lo tenemos con el personal al que le interesa eso, que viene del siglo pasado. A los millennials y los Z le suena Falla a Carnaval, o cuento chino, o quizás japonés.

José Joaquín León