VERDADERAMENTE corren tiempos difíciles para el literato puro y duro. En el Premio Planeta se ha pasado de tener como finalista a Juan Benet (1980) a que lo gane Juan del Val (2025). Casi medio siglo de literatura democrática. Hemos pasado de jalear a Joyce a que cualquier político es escritor. Hasta Pedro Sánchez o Juanma Moreno. En eso han copiado al régimen anterior. El ministro franquista Gonzalo Fernández de la Mora escribió El crepúsculo de las ideologías, un ensayo filosófico con el que le compararon con Nietzsche y otros así, puede que incluso con Santo Tomás de Aquino. Y lo más terrible es que hasta los de la oposición andaluza fueron al Parlamento de las Cinco Llagas, a hablar de Manual de convivencia, el libro de Juanma Moreno.

PUEDE ocurrir que las palabras nos digan algo y lo contrario. O que lo contrario nos sugiera lo mismo, siendo lo opuesto. Por ejemplo, los célebres versos que Antonio Machado le adjudicó a su apócrifo Abel Infanzón de “Sevilla sin sevillanos, ¡la gran Sevilla!”. Lo publicó en 1914, y lo amplió después, con el sentido que ha perdurado: “Dadme mi Sevilla vieja/ donde se perdía el tiempo/ en palacios con jardines/ bajo un azul de convento”. De modo que su gran Sevilla era la histórica, y no cualquier Sevilla sin sevillanos. En sus versos finales lo remata: “Sevilla y su verde orilla/ sin toreros ni gitanos. / Sevilla sin sevillanos/ ¡oh maravilla!”.

AL poco tiempo de las elecciones en la Hermandad de los Estudiantes, llegaron las de la Universidad. En Sevilla se dice Universidad, y se sabe a la que nos referimos, porque era la de toda la vida, antes de que se ampliara la oferta educativa. Establecer comparaciones entre las elecciones de la Hermandad y las de la Universidad no tiene sentido, aunque es curioso que han existido coincidencias. En la Hermandad hubo dos candidaturas. En la Universidad sólo siete, aunque para la votación final se quedaron en dos. La mayor diferencia es que en la Universidad ha ganado una vicerrectora, Carmen Vargas, que sería como la teniente de HM, o una consiliaria. Y que se presta a diversas interpretaciones.

ABEL Moreno Gómez es un triunfador. Y eso despierta la admiración en la gente sencilla, y es lo que se quedará para la posteridad. Pero también origina envidia, entre los que intentar regatear méritos. Abel Moreno es una figura de la música popular sevillana, andaluza y española, pero no siempre fue reconocido como se merece entre ciertas élites locales, que no pasan de ser grupos de amigos sobrevalorados entre ellos mismos. El aprecio de los sevillanos hacia Abel quedó claramente plasmado el pasado 24 de octubre en la inauguración del jardín público que le han dedicado, situado junto al colegio Buen Pastor de Nervión, entre las calles Santo Domingo de la Calzada y Pirineos.

ALGUNOS miembros de la cultura progresista no lo han querido decir en público. Pero, en privado, están insinuando que el Premio Cervantes, máximo galardón de las Letras hispanas, considerado el Nobel literario español, se ha convertido en un premio patriarcal. No lo critican en público, porque el premio (aunque en el jurado estaban los dos anteriores ganadores y personas de prestigio) depende del Ministerio de Cultura, que apechuga con las consecuencias. Y el ministro es Ernest Urtasun, de la parte catalana de Sumar; o sea, de los comunes o comunistas de allí. A pesar de un ministro tan feminista, el galardón se ha otorgado en los últimos cuatro años a escritores del género masculino.