HAY que ver la que están montando con el stand de Sevilla en Fitur. Con el stand de Sevilla sin sus pueblos, quiero decir, ya que se ha independizado de la provincia porque no se fían de la Diputación. Una vez más, la confrontación hostil. En Sevilla sin sus Pueblos gobierna el PP con José Luis Sanz. En Sevilla son sus Pueblos gobierna el PSOE con Javier Fernández. Este año la Gran Ciudad ha montado el stand de Fitur por su cuenta, pero parece que no está a la altura de su grandeza. Han criticado que el stand en cuestión mide 110 metros cuadrados y está en un pasillo, como si fuera un diplomático de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores a la espera de un destino. Sevilla no ha ido a Fitur como una Gran Ciudad, sino que la han puesto junto a Alcalá de Henares y Ciudad Rodrigo.

LA política ya no es lo que era. Antes se basaba en las ideologías y ahora sólo en el poder. De modo que avanza, y sigue avanzando, y continúa avanzando por el camino del espectáculo, más cómico que trágico, con personajes y situaciones de esperpento o vodevil. El teatro está vivo. Ahora los principales actores son llamados políticos. Todo es posible. Y, de vez en cuando, nos llegan noticias que evocan el realismo mágico. Va todo lo anterior por el supuesto pacto que se anunció entre el PP y Podemos en Sevilla para los presupuestos municipales de 2024. Parecía una inocentada. Aunque no se hizo público el 28 de diciembre.

EN pocos días, hemos tenido un barómetro electoral andaluz del Centra y ayer uno español del CIS. Resultó alarmante ver a Juan Espadas indignado, diciendo que no se creía las encuestas del Centra, que dependen de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía. Con su incredulidad, ha avalado (por efecto boomerang) las críticas a las encuestas del CIS, que dependen del Ministerio de Presidencia del Gobierno. El presidente del CIS, José Félix Tezanos, fue puesto a dedo por Pedro Sánchez y es un reconocido militante socialista. Sánchez había incluido en 2017 a Tezanos en su Ejecutiva Federal, como secretario de Estudios y Programas. Es uno de sus gurús de referencia y depende del ministro Bolaños, el otro Félix de confianza.

SON malos tiempos para la lírica. Cierran librerías de proximidad y pocos leen poesía. Así pasa lo que pasa. En las paredes han aparecido pintadas contra los turistas. Estaríamos locos si le diéramos altavoz a todo lo que un carajote puede escribir en una pared, o incluso en las redes sociales, que puede ser parecido a un muro, y no el de Berlín precisamente. Pero es sintomático que prolifere una corriente que defiende una Sevilla sin turistas. Es lo contrario que se decía hace un siglo, cuando el apócrifo Abel Infanzón, creatura del poeta sevillano Antonio Machado, escribió: “¡Oh maravilla, Sevilla sin sevillanos, la gran Sevilla!”. Sobre eso se ha debatido en el último siglo. También sobre la relación de Luis Cernuda con Sevilla. Pero, como ya pocos leen poesía, se ha llegado a la conclusión contraria. Es mejor una Sevilla para los sevillanos y sin forasteros. Lo mismo que dice Junts en Cataluña.

PARA ser una gran ciudad lo que necesita Sevilla no es llegar a los 700.000 habitantes. Esa es una falacia impulsada desde el Ayuntamiento por los alcaldes (la disquisición viene de antiguo), porque les interesa para obtener más beneficios en los ingresos y garantizarse más concejales. Pero lo que distingue a una gran ciudad no es sólo el número de vecinos, que se deben valorar en el área metropolitana, y en tal caso Sevilla contaría con alrededor de un millón. Lo que distingue a una gran ciudad es su capacidad para ejercer una capitalidad fuerte, sobre todo en lo económico. Y para ello necesita unas infraestructuras básicas de las que todavía carece.