LAS lluvias torrenciales y los vientos provocaron ayer inundaciones y destrozos en Andalucía, sobre todo en las provincias de Sevilla y Huelva. Coincidía la fecha con el aniversario de la dana que causó 229 muertos en Valencia, lo que acentuaba el impacto psicológico. En Sevilla se sabe que las grandes borrascas son temibles. No sólo por las calles que se quedan anegadas, sino porque suelen causar daños y derribos en el arbolado, con el consiguiente horror. El temporal de ayer paralizó la ciudad, con suspensión de clases, de actos y eventos, interrupciones del metro y autobuses, etcétera. Después de lo ocurrido el año pasado en Valencia, los políticos prefieren el exceso de prudencia al defecto, y a ninguno se le ocurriría almorzar con una periodista.

SE puede visitar, en esta semana otoñal, la Feria del Libro de Sevilla, que será clausurada el domingo, día de los Difuntos. Siguiendo la costumbre, funciona a modo de rogativas para atraer las lluvias. La Feria del Libro de Sevilla ha sido bautizada como Felise (ni Feliso, ni Felisa), jugando con las primeras sílabas. Es digno de encomio que los libros se han puesto de actualidad, gracias a la agraciada influencer María Pombo, que dijo que no le gusta leerlos. A partir de entonces, casi todos los articulistas han criticado a esta influencer; y ya puestos, también a Juan del Val, ganador del último Premio Planeta. Con lo cual están en entredicho los libros y la lectura. No es lo mismo leer a Virginia Woolf que a Megan Maxwell.

CON motivo de la Misión de la Esperanza de Triana en el Polígono Sur, se ha recordado a los vecinos que salieron de sus barrios hacia los polígonos construidos durante los años del franquismo. Concretamente, que llegaron muchos trianeros, entre ellos los gitanos de las cavas, al Polígono Sur, con las Tres Mil Viviendas, Las Letanías, La Oliva y todo ese entorno. Tampoco es que se trasladara toda Triana al Polígono Sur, de clavo a clavo. Ni allí se fueron a vivir solamente trianeros, ni sólo gitanos. El origen social de los polígonos debería ser estudiado con rigor y objetividad.

TODA la esperanza cabe en una lágrima, cuando brota en el corazón. O cuando se refleja en la mirada de una Virgen, que muestra en sus mejillas las perlas de un dolor que es verdadero. Entonces se comprende que la Madre de Dios nos mira. Y no está en cuerpo y alma, pero no es sólo una imagen de madera policromada, tampoco es idolatría, sino un mensaje que nos llena de vida, que nos conmueve, que nos salva. Eso vimos el sábado pasado, cuando la Esperanza de Triana acabó su misión y volvió a su templo de la calle Pureza. Su misión, que era repartir esperanzas a la Sevilla más necesitada, a corazón partío, y dejar (entre las dudas y las dificultades) una luz radiante, para saber que nada es inútil a su vera.

COINCIDIENDO con la fiesta de Santa Teresa de Jesús, el consejero de Presidencia y otras cuestiones de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz Cabello, fue nombrado consejero de Sanidad. El día elegido hace honor a lo que nos enseñó la santa de Ávila: “Nada te turbe, nada te espante”. Para ese cargo hacía falta un kamikaze. Antonio Sanz ya tenía las Emergencias. Mira cómo no le han podido criticar por la gestión de los incendios del verano. Llegó al pie de las llamas al rato de que los pirómanos encendieran el fuego de Tarifa. Así es Antonio: si hay que estar al pie del cañón, prepararse para el cañonazo. En el PP ha sido casi todo, pero le faltaba ser consejero de Sanidad, que a veces es el paso previo al Ministerio de Hacienda.