LOS clubes de fútbol funcionan como sociedades anónimas deportivas. Es un detalle importante que con frecuencia se olvida. Parece que sólo interesa la clasificación, pero la gestión es el fundamento de todo. Véase el caso del Reus. En ese sentido, la gestión del Cádiz es  bastante buena, sobre si todo la comparamos con un pasado todavía reciente. Los años de Sinergy, los administradores concursales, el club al borde de la extinción… Con excepciones como Antonio Muñoz en su mejor momento, Federico González y Paco Puig, no abundan casos de gaditanos que arriesgasen su patrimonio cuando se temía lo peor. El Cádiz ha podido ascender a Primera en las tres últimas temporadas, pero se encuentra donde le corresponde: en Segunda. Y con un filial que ha ascendido ¡a Segunda B!

Recordemos que el Cádiz ascendió a Primera, por última vez, en 2005. Un año después ya estaba de vuelta en Segunda, donde pasó dos temporadas antes de descender a Segunda B. Tras el efímero ascenso de Javi Gracia, el Cádiz permaneció en Segunda B desde 2009 a 2016. Es decir, que en la última década sólo ha estado las tres últimas temporadas en Segunda y el resto hundido en el pozo.

Hay más aspectos a tener en cuenta. Algunos aficionados exigen al Cádiz un potencial como si fuera el Barcelona o el Real Madrid de la Segunda División. También creen algunos que la afición es la mejor de España, o incluso del mundo. Sin embargo, el Cádiz no está actualmente entre los tres clubes con más abonados de Segunda, ni tampoco entre los tres con más espectadores. Es verdad que en Primera había equipos con campos de capacidad inferior a Carranza y con menos abonados. Pero el Cádiz ha competido contra Deportivo de La Coruña, Zaragoza, Málaga, Las Palmas, Osasuna o Mallorca, clubes con un palmarés superior, que en algunos casos incluye títulos. Por cierto, se ha tratado al Mallorca como un recién ascendido, y lo era. Pero en Segunda B estuvo una temporada. Se paseó y subió como campeón.

Si miramos al pasado, al presente e incluso al futuro, Manuel Vizcaíno se merece respeto por su gestión como presidente, que es la mejor de los últimos tiempos, con diferencia. Tampoco se lo pusieron muy difícil. Es verdad que Quique Pina y los Cordero tuvieron un protagonismo esencial en la parcela deportiva, y en los fichajes (buenos y malos), excepto los de invierno, que ya eran de Óscar Arias. Este director deportivo, que aprendió a la sombra de Monchi, salió del Sevilla con cierta polémica. Pero con Óscar Arias de director deportivo, el Sevilla disputó la final de la Copa del Rey y se clasificó para los cuartos de final de la Liga de Campeones. El problema era que el Sevilla ya se había acostumbrado a ganar títulos y quería competir de tú a tú con el Barça, el Real Madrid y el Atletico. Sin tener los mismos recursos.

Ese detalle, el de los recursos, es importante para calibrar el nivel de la exigencia. Los resultados del Cádiz en los tres últimos años se hubieran firmado a ciegas a principios de temporada. El problema fue el final infeliz. Estar arriba en una división tan igualada es muy difícil. Precisamente por eso duele más que lo desaprovecharan.

José Joaquín León