FUE un partido de locos. Y no por culpa del VAR, que determinó tres jugadas decisivas, sino por la nefasta interpretación del árbitro Iglesias Villanueva y los que le insistieron para que anulara el 0-2 del Cádiz. Un gol que nadie había protestado, marcado por Álex, en el que Choco Lozano no influyó para nada, ni le hizo falta al hijo de Zidane. Un gol que era el 0-2 y dejaba el partido prácticamente visto para sentencia, pues faltaba poco más de media hora y el Racing apenas creaba peligro. Al anular ese gol (cuando previamente lo había concedido y se revisó durante tres minutos, hasta dar una excusa absurda) se entró en otro partido. Los dos penaltis pitados también fueron analizados en el VAR y decidieron el resultado.

Álvaro Cervera había introducido tres cambios en el once titular, con las entradas de Marcos Mauro como central, José Mari en el pivote, y el Choco Lozano arriba. En este partido hay que elogiar el trabajo incansable y eficaz de Salvi, que participó en las jugadas de los tres goles que marcó el Cádiz (incluyo el anulado) y que estuvo a punto de marcar en el remate al palo de la última jugada del partido, que después dio lugar al penalti. Ha vuelto el mejor Salvi. Y cuando está en forma se nota en los resultados.

También hay que elogiar al Pacha Espino. Como ha pasado con otros jugadores en Cádiz, a este se le ha maltratado. Se le ha considerado como un paquetón que fichó Óscar Arias. Sin embargo, ayer calló muchas bocas y demostró que le faltaba adaptarse. Jugó un partidazo y al final, cuando apretaba el Racing, fue infranqueable.

Asimismo estuvo muy bien el portero Alberto Cifuentes. Aunque no brille en las salidas por alto. En la jugada del penalti hizo dos paradones, y encajó el gol  porque sus compañeros no estuvieron atentos al doble rechace. 

Con el gol que había marcado Alberto Perea en el minuto 34, el Cádiz tenía el partido muy a su favor. El Racing no es de los equipos más fuertes de la categoría. Cuando Álex acertó a rematar de cabeza el segundo gol, parecía que el partido estaba finiquitado con el 0-2. Nadie había protestado ni discutido ese tanto. Hasta que en el VAR se empeñaron en avisar a Iglesias Villanueva.

El arbitraje fue decisivo. También en la jugada del primer penalti. La nueva norma deja en pelotas a los defensas, que no se pueden cortar las manos. Pero además había fuera de juego, y después Yoda entró antes de que David Rodríguez chutara el penalti. Por cierto que David Barral celebró ese gol con enorme júbilo, sin disimulos de me duele mi corazón amarillo, como hizo contra el Sporting de Gijón.

Con el 1-1, que era injusto, al Cádiz sólo le quedaban los últimos arrebatos de rabia. Buscaron la victoria y la encontraron. En el minuto 100 y gracias al VAR, que cerraba la esperpéntica noche con el penalti transformado por Álex.

Cuatro partidos, con 12 puntos. A ver si los disfrutan, que algunos tienen cristalitos en la barriga y están siempre protestando. Ya queda menos para llegar a los 50 puntos. Y a ver si no decae la entrega de los jugadores, que ayer ganaron a base de coraje, cuando eran víctimas de una injusticia.

José Joaquín León