JUSTÍSIMA victoria del Cádiz en Lugo. Fue superior al equipo local, controló el partido y dispuso de ocasiones para un triunfo más elocuente. Hay que destacar la extraordinaria actitud de este equipo, gracias a la entrega de todos. Es lo mejor que ha aportado Álvaro Cervera, esa garantía de luchar por la camiseta. Así se nota menos hasta la ausencia de un jugador tan determinante como es Alvarito, o la falta de un rematador como era Ortuño. En este partido, el Cádiz desperdició cinco jugadas claras de gol, con dos disparos a los postes. Sólo marcó Barral, y de penalti. Pero el futbolista que revolucionó el partido fue Moha.

El Cádiz jugó según las enseñanzas de su entrenador. La ausencia de Alvaro García fue innecesaria y absurda. No perjudicó porque sus compañeros dieron la cara. Desde el principio, el Cádiz mantuvo bajo control el centro del campo, gracias a que Garrido puso la raya por la que no se pasa, y a que Abdullah se olvidó de los adornos para  centrarse más en lo práctico. Atrás no había problemas, con Servando y Marcos Mauro muy sobrios por el centro, Carpio en su línea útil y Brian apuntando una mejoría notable.

En ataque, las bajas se suplieron con voluntad y no tanto acierto. Nico Hidalgo estuvo rápido, y realizó un esfuerzo de desgaste, al que sólo le faltó el premio de dos goles cantados que no acertó a marcar en la segunda parte. Aún así, fue uno de sus mejores partidos. Aitor estuvo menos entonado en la izquierda, quizá porque esta temporada todos los disparos se le marchan fuera. Salvi, que ejercía como mediapunta, corrió con sentido. Le puso un gol en  bandeja a Dani Romera, que chutó al palo. El trabajo de Danisigue sin a recompensa del gol.

Al Lugo se le notaba la falta de su goleador Joselu, ahora en el Granada, igual que al Cádiz se le notaba que no ha fichado un delantero de las características de Ortuño. En la segunda parte, siguió la hegemonía infructuosa de un Cádiz sin puntería. Se echaron un paso atrás, pero las contras amarillas olían a gol. Como el que falló Nico, en un cabezazo al pie del portero Juan Carlos.

Ya había entrado Barral, pero el partido se revolucionó en los últimos 20 minutos. El jugador que rompió los esquemas fue Moha. Entró como un ciclón, arrollando, y le enseñaron la tarjeta amarilla en su primera jugada. Después provocó el penalti que transformó Barral con jerarquía. En el tramo final, Moha no acertó en un pase que parecía medio gol; y en la última jugada se escapó con potencia y velocidad para chutar a un poste, algo escorado, pero con la portería vacía. Moha enloqueció el partido, aunque de esa locura llegó la victoria. También pudo llegar el empate, porque Alberto Cifuentes hizo un paradón salvador en el minuto 92. Fue el único despiste defensivo del partido.

Este Lugo parece peor que el de la temporada pasada. El Cádiz ya le ganó entonces y ha vuelto a conseguirlo, con más superioridad de la que reflejó el marcador. Desde aquel partido aciago de Segunda B, los desplazamientos a Lugo se cuentan por victorias. Como si el destino le ofreciera una compensación al Cádiz por aquel ascenso que le robaron.

José Joaquín León