LA despedida del Juan Sebastián de Elcano, que inició ayer en Cádiz su  crucero de instrucción, es uno de los últimos testimonios que sobrevive del Cádiz militar, que también se está perdiendo. Esta ha sido una ciudad militar en los últimos siglos. Especialmente desde final del XVI, cuando el ataque del conde de Essex con los ingleses en 1596 demostró que era vulnerable. Después, en los tiempos de su esplendor comercial, fue el puerto más importante de España porque estaba bien defendido. Sin una protección adecuada, tampoco hubiera sobrevivido la ciudad al asedio de los franceses, a principios del siglo XIX; ni se hubieran trasladado aquí las Cortes, ni se hubiera aprobado la Constitución de 1812, ni nada de eso. Por resumir: Cádiz prosperó, gracias a que era una ciudad militar, resguardada por murallas, baluartes y castillos, con cañones orientados hacia donde hiciera falta.

Desde el XIX, la ciudad perdió valor comercial y estratégico. Pero el Cádiz militar fue muy importante hasta finales del siglo XX, porque mantuvieron casi todos los cuarteles e instalaciones. Después es cierto que la ciudad ganó edificios, como los cuarteles del Parque, primero para la Universidad y después para el ECCO. Por supuesto, también los castillos de Santa Catalina y San Sebastián, y los baluartes. O los cuarteles de Varela para reurbanizar una zona de Extramuros, donde casi todo lo que existía era caótico. Sin embargo, todo no fue positivo. El desmantelamiento ha influido algo en la pérdida de población, y contribuyó a la decadencia estratégica de la ciudad.

Ahora algunas de esas instalaciones, que se usaron para el Bicentenario en 2012, están mal aprovechadas. Pero lo peor sería que se pierda lo poco que queda. Por ejemplo, el Instituto Hidrográfico, o las instalaciones de Torregorda, o la base de Puntales. ¿A cambio de qué? ¿Existirían proyectos alternativos que mejoren lo que hay? En la base de Puntales generan varios cientos de puestos de trabajo, entre los directos e indirectos. Llevarse todo a San Fernando, aunque sea un municipio vecino, supone perderlos en Cádiz. Un paso más para la pueblerinización del municipio gaditano.

Cádiz cuenta en Torregorda con unas instalaciones militares. En Cortadura, al entrar en el núcleo urbano también las hay. Y termina en la Caleta, donde vemos dos castillos, ambos de origen militar. Renunciar a  todo es como olvidarnos de la propia historia. Un Cádiz desmilitarizado ya no sería el Cádiz de siempre. Cada vez que el Juan Sebastián de Elcano se despide, renacen muchos recuerdos y agitamos los pañuelos de una ciudad que desaparece.

José Joaquín León