POR poner un ejemplo marinero, Cádiz es como un barco a la deriva. Vivimos una situación imprevisible hace dos años: una pandemia ocasionada por un coronavirus desconocido, que puso en jaque a la humanidad. Esa es la parte de un gran problema global. Pero a eso se añade que Cádiz ya venía derivando de antes, sin rumbo fijo, sin ideas ni criterios en sus gobernantes, sin políticos adecuados para momentos en los que hace falta algo difícil: sabiduría. Así se ha agravado el problema, hasta convertirlo en irresoluble en las circunstancias actuales. El alcalde Kichi se esconde, no está para nada; y lo de menos es que acuda o no a un incendio provocado en el Hospital Puerta del Mar, sino que carece de proyectos para la ciudad. Es incapaz de gestionar el caos sobrevenido.

No estamos ante un problema ideológico. Bueno, eso influye. Porque ya es una complicación ser anticapitalista para buscar soluciones en un sistema capitalista, como el de la Unión Europea. Para más inri, no pertenece a la cuerda de nadie; ni de la Junta de Andalucía (donde gobiernan el PP y Ciudadanos), ni de la cuerda del Gobierno central (donde gobiernan el PSOE y Unidas Podemos, con los que también se enfrentó, aunque le quedan algunos en el Ayuntamiento). El alcalde está peleado con el mundo en general. Tiene fama de simpático, y lo es, pero eso no sirve para gestionar una ciudad en una crisis.

Si en unas elecciones optan por la persona equivocada, puede ser democrático, pero origina consecuencias negativas. Si no se aprende a la primera, se paga más caro a la segunda. En el caso de Kichi, su forma de hacer política es mejor para la oposición que para el Gobierno. En eso le pasa lo mismo que a Pablo Iglesias, como lo demuestra que hace oposición al PSOE dentro del Gobierno al que pertenece. Pero como Kichi gobierna con los suyos, se debería hacer la oposición él mismo. No sería ninguna tontería, aunque lo parezca.

Es cierto que cuando los gaditanos votaron en las elecciones municipales no sufrían ninguna pandemia. Pero sí conocían una gestión previa bastante mala. A Kichi lo votaron en 2015 contra Teófila en plan Barrabás. ¿A quién queréis que os suelte? A ese mismo, a Barrabás, que estaba allí, se trataba de ir en contra de ella... Pero después vienen las consecuencias, que ahí están.

Las únicas lamentaciones que valen son los votos. Eso es lo que deben aprender, si quieren otro rumbo. Y para conseguirlos hay que formar candidaturas atractivas, con personas que tengan ideas y que no vendan humo. Cádiz no necesita magia potagia, sino una buena gestión, un liderazgo.

José Joaquín León