EN la semana de la Pascua florida (o sea, la semana después de la Semana Santa) hemos asistido a la ascensión política de Bruno García. El PP lo propondrá para ser el nuevo presidente provincial de Cádiz, ya que Ana Mestre no se puede presentar por su cargo institucional en la Junta de Andalucía. Los dos son de origen jerezano, como casi todos los líderes provinciales del PP desde Antonio Sanz; y los dos se curtieron cono concejales en el Ayuntamiento de Cádiz capital, a la sombra de Teófila. No se puede decir que Bruno estuviera apartado de la política, puesto que es parlamentario andaluz, y ejerce como portavoz de Turismo y Política Municipal. Pero sí que aparecía en otro plano. Su nuevo cargo le dará galones y quizá se vuelva a hablar de él como supuesto candidato a la Alcaldía de Cádiz en 2023. Esto último es bastante dudoso, ya que Juancho Ortiz sigue ahí y podría intentarlo por segunda vez.

En los dos años de Bruno como parlamentario andaluz no ha tenido tanto peso político en Cádiz capital como antaño. En su día, se llegó a decir de él que era el relevo natural de Teófila Martínez para la Alcaldía. Bruno caía bien a mucha gente, no por chistoso, que no lo es, sino por su perfil de joven educado, sensato y agradable. Un yerno ideal para las suegras. Además de que no se le veía como un político orgánico de los apalancados hasta su jubilación, sino como alguien que podría encontrar otro empleo y ser seleccionado por una empresa, o bien seguir como emprendedor con la suya propia. Su gestión municipal se centró en el Turismo y el Desarrollo Económico, en unos años que ahora nos parecen de vacas gordas.

Digamos que representaba lo más centrado del PP gaditano, como si fuera de Ciudadanos, aunque le penalizaba un punto más débil: nació en Jerez de la Frontera. Un jerezano alcalde de Cádiz es lo que le falta a la ciudad, que ya tuvo a un sevillano, Carlos Díaz, y que después le siguió una montañesa, Teófila Martínez. Y que no termina de cuajar un gaditano como tú, ni un emigrante de Rotterdam. Bruno es jerezano, y por cierto uno de los jóvenes capillitas de entonces en las listas del PP, como Clarita Posada, que era de la Junta del Nazareno; José Pablo Chaves, que llegó a hermano mayor del Caminito; o María José Novo, vocal del Consejo. Bruno era capillita, pero capillita de Jerez, y de eso no hacía alardes.

En general, a Bruno García siempre se le ha visto como un político de los que no parece político. Dicho sea como elogio. Con esta nueva etapa que iniciará a ver qué pasa. Ahí se juega su futuro, como político o como no político.

José Joaquín León