LOS gaditanos son unos privilegiados. Tienen sol y playas, sin hacer turismo. Esto lo suelen decir los madrileños y los sevillanos cuando vienen a pasar sus vacaciones y pagan el alquiler del apartamento o unos días de hotel. Mientras que el gaditano y la gaditana quizá viva en un partidito del barrio La Viña (aún quedan), pero tiene la Caleta a pocos pasos y puede ir sin bajarse del autobús, o bajándose, si prefiere ir a la Playa Victoria; o sin bajarse también, si vive en los Extramuros de la ciudad antigua. Es decir que el gaditano y la gaditana, si no van a las playas, es porque no les da la gana, o por otras circunstancias de enfermos e impedidos. Por eso, el frenesí que se ha montado con la movilidad entre provincias andaluzas aquí no se ve en claves playeras.

Lo matizo: sí se ve, pero para los otros. En la provincia de Cádiz se podía ir a la playa, cuando las circunstancias lo permitían. Porque esa es otra rareza. Permiten viajar, y en Sevilla, en Córdoba y en Jaén, las provincias de interior, salen en busca del mar, en plan cateto. Como los gaditanos se van a las montañas para ver la nieve. Algunos no entienden que en el arranque de mayo, y con poniente, en las playas se puede pasear, pero darse un baño en el mar exige cierto valor. Cuentan que Fermín Salvochea se bañaba todo el año en las playas gaditanas, pero es una leyenda urbana, teniendo en cuenta que se pasó varias temporadas confinado, y no por el coronavirus de entonces, sino por los fachas que lo metían en la cárcel.

No nos desviemos, que vamos a llegar a las balas del siglo XIX, y ahora sólo nos interesa el Campo de las Balas, donde iban a construir otro hotel perdido, como el de Valcárcel. Siempre nos quedará el Hotel Atlántico, donde el turista de lujo se gasta una pasta para ir a la Caleta, a la que Kichi acude gratis. Así se cumple el deseo del buen anticapitalista: que paguen los ricos.

En este finde, cuando se abre el confinamiento perimetral de las provincias, se entiende mejor que era una carajotada. Fíjense, por ejemplo, en Barbate. A sus playas no se puede ir todavía. Desde Zahora hasta Zahara, pasando por Trafalgar, Los Caños de Meca o El Carmen, tienen cierre perimetral y está prohibido desplazarse allí, excepto que seas barbateño. A Mangueta o El Palmar (son colindantes, pero en el reparto territorial pertenecen a Vejer) sí puede viajar un sevillano o un cordobés, o un gaditano que no sea barbateño o no viva en un pueblo cerrado de la Sierra. Dicen que el 9 de mayo también esto acabará, con el final del estado de alarma. Nos hemos acostumbrado tanto a las prohibiciones que hasta parece raro.

José Joaquín León